Capítulo 7

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—Bienvenida —le dijo Aleixandre como un guía turístico mientras lo señalaba todo con los brazos extendidos—. Este vestíbulo, la sala de estar y los dos pisos superiores son los únicos lugares en todo Tagus que están tal cual fueron hechos en su momento. Lo demás empezó a añadirse y a remodelarse cuando mi padre estudiaba aquí. ¿Qué te parece?

—Es interesante —opinó brevemente Jude—. ¿Por qué ya no se llama Hermandad de 1974?

—Solo porque a mi padre le pareció que sonaba a secta —fue su respuesta—. Ahora sígueme por favor.

Empezó a guiarla por un pasillo en donde había cuadros y diplomas enmarcados, tal vez de miembros anteriores.

—¿Tú no tienes pensado unirte a algún club? —preguntó—. Hay muchos en Tagus.

—Después de haber visto la serie Scream Queens no creo que sea buena idea —respondió.

Soltó una risa.

—Eres graciosa, Jude.

Uy, sí. Yo moría de la risa.

—Bueno, Aegan debe de estar afuera —comentó Aleix, e iba a decir más, pero de pronto se dio cuenta de algo y se detuvo.

Casi me choqué con él porque se quedó mirando hacia un lado donde había otro pasillo. Eché un vistazo con curiosidad y me fijé en que, al fondo, había una puerta medio abierta.

—Esa puerta no debería estar abierta —murmuré.

—¿Por qué? —preguntó de chismosa Jude.

—Tú, por favor, sigue hasta el final y saldrás al área donde está Aegan —fue lo que respondió, de nuevo como un guía—. Nosotros iremos en un momento.

Puse una mano tras el hombro y la impulsé con suavidad más allá del inicio de ese pasillo para que caminara.

No le quedó otra que hacerme caso. Siguió sola. Por un instante miró hacia atrás y nos vio pernos por el otro corredor.

—¿Qué haces?

—Tu solo mira por la ventana.

Aegan estaba cerca del establo. Por desgracia, no estaba solo. Lo acompañaban un par de chicos y un trío de chicas a quienes ya había visto varias veces cerca de él. No podía decirse que fueran sus amigos, pero siempre eran los mismos, así que eran considerados como las personas que Aegan prefería para hacer algunas actividades, tal vez porque eran más importantes que el resto.

Jude caminó hacia Aegan, muy campante. Apenas él vio su fabulosa presencia yendo en su dirección, la enorme sonrisa con la que había estado contando algo empezó a reducirse con lentitud al mismo tiempo que su ceño se hundía en una clara expresión de que no entendía qué demonios hacía ella ahí. Fue un gesto tan épico que lo habría grabado solo para guardarlo como momento histórico.

Alzó una mano para disculparse y se acercó a ella a paso poderoso antes de que Jude llegara.

—¿Qué haces aquí? —soltó apenas se detuvo frente a él, nada contento.

—He venido con Aleixandre —se defendió rápido.

—Agáchate —dice mi hermano y eso hago, unos segundos más tardes, volvemos a ver la situación.

Él miró en todas las direcciones como buscando algo, luego volvió a mirarla, severo, con los ojos de un gris casi transparente, intensos y amenazantes.

—¿Y se ha hecho invisible o lo traes guardado en el bolsillo?

—Me ha dicho que ahora vendría —contesté, confiada.

La melliza de Adrik CashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora