Capítulo 7

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Owen. Era simplemente Owen.

Estoy realmente agradecida de que sea él y no un desconocido, pero aún me quedaba averiguar dónde estábamos. 

—Owen —digo, pero parece no inmutarse—. ¡OWEN! —grito y se despierta exaltado.

—¡No besé a Aleixandre! —se sienta en la cama y voltea a verme—. ¡AHHHH! —me apunta con su dedo y luego a él—. ¿Qué pasó?

—Supuse que tú podrías darme esa respuesta, y deja de verme asustado, no pasó nada.

—Gracias a dios —se persigna—. Tus hermanos me mataban.

—Lo sé, pero parece que ambos conocemos los límites aunque estemos borrachos. Por cierto, ¿dónde estamos?

—No lo s... —un chico aparece semi desnudo y Owen me tapa los ojos.

—¡¿Quiénes son ustedes y por qué duermen en mi cama?!

—¡¿Quién eres tú y por qué estamos en tu casa?! —contraataca él.

—¡Salgan de mi apartamento! —ambos obedecemos sin rechistar y salimos lo más pronto posible.

Una vez estábamos afuera, bajamos las escaleras que nos llevaban a la salida. Miramos hacia los costados y efectivamente, estábamos perdidos.

—¿Y tu teléfono, Owen? Pon el GPS.

—Debí perderlo, ¿el tuyo?

—Lo dejé en nuestro apartamento.

—Caminemos unas calles hasta que encontremos algún local y ahí preguntamos —asentí y hacemos lo antes dicho.

Luego de unas siete cuadras estaba cansándome y no veía nada alrededor más que casas.

—¿Y si tocamos timbre y preguntamos?

—Bien, pero tú hablas.

En cuestión de segundos una mujer adormilada abre la puerta y nos fulmina con la mirada.

—¿Qué necesitan?

—¡Atenea, si son los testigos de Jehová otra vez diles que ya les dije que era ateo!

—¡No son ellos, Luke! —rueda los ojos y nos ve fijamente—. Estoy esperando a que hablen.

—¿Nos podría decir donde estamos?

—Están a ocho cuadras del centro de la ciudad. ¿Algo más o puedo irme a dormir?

—Gracias, Hidalgo —digo para tomar la mano de Owen y darle la espalda comenzando a caminar.

—¡¿Cómo es que sabes quién soy?! —grita al vernos alejarnos.

—Soy Alessandra Cash, asustábamos a nuestros hermanos juntas –respondo sin darme la vuelta.

—Alessandra, tú no me viste aquí.

—Tranquila, si alguien pregunta no te he visto desde hace tres años —escucho la puerta cerrarse y Owen me ve en busca de una explicación.

—Está huyendo de su familia —resumo y asiente.

Luego de un rato estábamos frente a una heladería y ya no aguantábamos más, por lo que pedimos un helado y nos sentamos a comer fuera.

—El mejor helado es el de vainilla —digo.

—No, el mejor es... ¿Jude?

—¿Hay un helado de Jude?

—Ahí va caminando, sigámosla —se levanta apresuradamente y no me queda otra que seguirlo.

Por la calle transitaban varios coches, y uno que no había visto antes y tenía los vidrios ahumados iba más lento de lo normal, siguiéndonos.

La melliza de Adrik CashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora