—¿Me llevas a por una pizza?
—¿Por qué no la pides por teléfono? —inquiere Adrik alzando una ceja.
—Aegan lo escondió.
—Ah, cierto. Y el mío está perdido por ahí... —suspiró cansado—. Vamos, te llevo.
Salí de la casa, y subí al auto. Desde que me choqué un árbol no me dejaban conducir, pero bueno, por lo menos tenía chofer.
Compramos la pizza y Adrik la colocó atrás.
Íbamos volviendo al apartamento, cuando algo se nos atraviesa en el camino y Driki debe frena bruscamente.
Mi cabeza se asomó por la ventana:
—¿Jude?
La miré con confusión, como si encontrármela ahí —y en ese estado tan catastrófico— fuera lo que menos se esperara en la vida. Así que nos observamos durante un instante, de extremo a extremo, como un par de personas paradas en el sitio menos indicado, entre las circunstancias más peligrosas, corriendo el riesgo de colisionar en lo equivocado.
Sin embargo, a toda velocidad fue hacia la puerta de atrás, la abrió y entró en el coche.
—¿Qué sucede? —preguntó Adrik, sin entender qué estaba pasando—. ¿Por qué estabas...?
—Arranca y llévame a tu apartamento —pidió.
—Pero...
—¡Arranca ya!
Él obedeció. Pisó el acelerador y nos fuimos.
—¿Qué hacían? —nos preguntó, como si no acabáramos de encontrarla en la calle corriendo.
—Íbamos a la casa —respondió mi hermano. Después señaló una bolsa que reposaba justo a un lado de ella y en la que no había reparado hasta ese momento—. Y eso es comida. ¿Y tú...?
—No preguntes —zanjó—. No ahora.
Empezamos a subir las escaleras sin decir nada, aunque en un momento, Jude paró de caminar y comenzó a llorar.
—Jude —dije al cabo de unos segundos—. No sé qué hacer cuando la gente llora, pero me puedes contar qué ha pasado.
Ella negó con la cabeza.
—¿Te ha ocurrido algo con Aegan? —pregunté.
Se frotó los ojos para secarse las lágrimas, pero salieron otras.
—No te prometo que pueda decirte algo que te sirva de mucho, pero tal vez hablarlo te haga sentir mejor —insistí.
Vamos, habla, me muero de la curiosidad.
Se acercó a mí y apoyó su cabeza contra mi pecho.
Me quedé desconcertada por su gesto, pero enseguida posé mis manos en su espalda.
Que incómodo. ¿Cómo le digo que no me gusta el afecto físico?
La abrazo, porque si no sería más incómodo y además yo creo que ella lo haría lo mismo si yo estuviera en esa situación.
Eso no quiere decir que me caiga bien. Claro que no.
—¿Alessandra...? —susurró con el rostro hundido en mi cuello.
—¿Sí? —respondí en un tono bajo, algo tomada por sorpresa.
—¿Te vas a comer toda esa comida tú sola? ¿Puedes compartirla conmigo?
La separo de mí y le miró con una expresión de divertida extrañeza.
—Pues sí —ella se ve sorprendida ante mi respuesta—. Era verdad, pero si quieres te comparto. Me lo enseñaron en jardín de infantes.
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La melliza de Adrik Cash
FanfictionAlessandra Cash es la melliza de adrik Cash, ¿cómo reaccionara ante la llegada de Jude? ¿Qué opinara sobre los sentimientos de sus hermanos hacia ella? ¿Es igual que sus hermanos? Lee esta historia para saber como es su vida.