capitulo 15. Es la guerra

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Pov Dante.

Cuando está completamente desnuda frente a mi, la observo, me grabo cada rincón de su cuerpo, mi debilidad. Vuelvo a atacar sus labios y la pego más a mi, quiero tanto fundirme en ella que quisiera que realmente fuéramos uno y no metafóricamente hablando. Sus manos llegan a la goma de mis boxer y sé lo que quiere, los hago descender. Se aleja y me observa, siempre me divierte el modo en que me ve, no importa las miles de veces que hagamos esto, Anastasia siempre se sorprende cuando me ve desnudo y se sonroja.

— Te quiero pequeña. — le digo al oído para que vuelva a agarrar confianza, y lo hace.

Ahora es ella quien me besa y me lanza a la cama. Se trepa a horcajadas sobre mi y mi erección se sacude, deseosa de tenerla a ella, de estar en ella. Sus besos bajan por mi cuello, mi pecho, mi abdomen. Tiemblo y quiero ser brusco y agarrarla,voltearla y que esté bajo de mi mientras la tomo una y otra vez pero, esta vez, ella tendrá el control de todo. Sus cabellos caen en mi rostro cuando vuelve a subir a besarme. Agarro su trasero con mis manos y ella se mueve provocando una fricción que manda choques electrizantes a mi organismo.

— No puedo más Ana. — me quejo mientras ella se burla besando y mordiendo el lóbulo de mi oreja.

— ¿Qué quieres? — me río cuando utiliza mis mismas palabras con el mismo tono erótico

— A ti, joder, a ti.

Rápidamente se levanta y se coloca sobre mi erección, mientras entro en ella gime y arquea su espalda, sus pechos están más alzados y cuando comienza a moverse oscilando ágilmente y con confianza sus caderas estos se mueven con ella. Sube mis manos a sus caderas y yo calvo mis dedos en su piel, no puedo evitarlo, es tanto el placer que siento que podría estallar en cualquier momento. Ella asciende y desciende, se mueve cada vez más rápido, nuestros gemidos llenan la habitación y su piel brillosa ante la luz de las lámparas parece una obra de arte incapaz de ser inmortalizada en un lienzo. Se inclina y me besa mientras ambos nos movemos. Muerdo su labio inferior y ella chilla pero agiliza más los círculos de sus caderas. El choque de nuestros cuerpos es el sonido más excitante junto a mis jadeos roncos y sus gemidos agudos y sutiles.

Seguimos así por un tiempo no muy extenso cuando no lo puedo soportar más y me libero, ella unos segundos después llega al clímax y se lanza a besarme.

Aún jadeantes estamos en la misma posición. Se aleja de mi lentamente pero se queda acostada sobre mi pecho, la abrazo y su oído está justo en mi corazón, mi desbocado corazón.

— Me está hablando. — me dice.

— ¿Quién?

— La roquita que vivía ahí dentro. — toca mi pecho con un dedo y reímos.

— ¿Qué dice? — pregunto mientras sigo recuperando el aliento.

— Que me amas.

— Entonces no está hablando, está gritando. — respondo y reímos más.

— ¿Sabes que dice el mío? — se sienta a horcajadas y me mira.

— ¿Qué eres mía? — digo petulante.

— Que no me alejes. Y no está hablando, está suplicando.

Me pongo serio y trago en seco. ¿Tanto me conoce esta chica? O será que ¿la devoción y entrega esta noche está siendo tanta que le resulta raro?

Me coloco sobre ella de un rápido movimiento y sonríe. La beso, es un beso lento y apasionado. Voy descendiendo trazando la silueta de su cuerpo con mi lengua. Su piel está de gallina y en llamas, y sus manos llegan a mis cabellos cuando estoy a escasos centímetros de su feminidad. La beso ahí y se retuerce.

En la paz de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora