Querida soledad, soy yo otra vez, tal vez tú sepas, cuando dejaré de hacer cartas hacia ti, me estoy cansando de arrojar la botella del vino del día al mar, y que no vuelva a la orilla.
soledad
Querida soledad, soy yo otra vez, tal vez tú sepas, cuando dejaré de hacer cartas hacia ti, me estoy cansando de arrojar la botella del vino del día al mar, y que no vuelva a la orilla.