Con su mirada posada
en el fruto prohibido,
con sus manos en el techo
de nubes sobre sus intenciones.Él buscaba la calma que ella emanaba,
con su cuello alargado, coloreado,
y su perfume de puesta de sol,
alumbrando el sendero vivo.El sendero que desgarrante
lo domaba soñador, y admirante
deseoso por provar y llenarse
de la presencia de aquella obra.Quería de aquello que no podía,
y como sus miradas, sus toques emigran
siempre que no están cerca,
que más quisiera de aquella arte.Abstracta, inconfundible, con lo suyo,
con lo que él imaginaba al sentir los trazos en su lienzo, con sus pinceladas y su
perfecta textura.-Jimena Salazar.