Tokyo Revengers OneShots | Headcanons

19 | Set Me free

Esta parte no tiene un personaje asignado, así que pueden imaginarse al que quieran.

Subí por su ventana, como era costumbre cada noche, desde que la conocí, me encantaba pasar mis noches con ella, y ahora que por fin había aceptado ser mi novia, con más ganas me colaba en su habitación. Ella había sido mi mejor amiga todo este tiempo, la única que de verdad estuvo para mi en todo momento, la única que me recibía en su casa todo magullado, golpeado y bañado en sangre, la única que me regañaba cada vez que salía a un pelea, la única que había urgado en lo más profundo de mi ser.

Al llegar al segundo piso, donde se encontraba su habitación, no la encontré esperándome en la cama como solía hacerlo, sino que estaba echa bolita en el piso al pie de se cama, abrazaba sus piernas y tenía la cabeza enterrada entre sus rodillas, desde que puse un pie desntro supe que estaba llorando, su cabeza bajaba y subía mientras que salían sollozos ruidosos de su boca. Nunca la había visto así, tan frágil, tan vulnerable. Ella nunca me dejó verla llorar, decía que era signo de debilidad y que en realidad no les gustaba que nadie la viera llorar, no pregunté por qué en ese momento, pero ahora que la veo tan chiquita y frágil ante sus sentimientos, me hubiera gustado saber lo que ocultaba, tal vez hubiera encontrado la forma de sanar sus heridas.

Me acerqué a ella lentamente y posé una mano en su espalda, tratando de acariciarla, pero apenas sintió mi mano, se incorporó inmediatamente, se notoba que estaba asustada, pero rápidamente se limpió las lágrimas y me miró sonriente. Me sorprendió la rapidez con la que cambió su expresión, me preocupaba, parecía que ya lo había echo tantas veces, que no se le hizo difícil pasar de estar llorando desconsoladamente a sonriente como si hubiera ganado la lotería.

-Llegaste- sonrió aún más y enrolló mi cuerpo con sus brazos. Su sonrisa no era la misma de siempre, sus ojitos hinchados delataban su reciente llanto y sorbía constantemente la nariz.

-¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Alguien te hizo daño?- acaricié su espalda y tomé sus mejillas tratando que me viera a los ojos, pero ella solo seguía escondiendo su cabeza en mi pecho.

-Estoy bien, no tienes de qué preocuparte- dejó un beso en mi pecho y siguió abrazándose a mi, no se alejó ni un momento.

-Ambos sabemos que eso es mentira, dime qué pasa- empecé a acariciar su cabello, llevé mis manos bajo sus muslos, los levanté y así de fácil ya la tenía enrollada a mi cintura. Me encaminé a la cama, donde me senté con ella en mi regazo, levantó la cabeza, aparté el cabello de su rostro -puedes hablar conmigo, sabes que sea lo que sea, estré aquí y no te voy a juzgar, sólo dime qué es lo que te pasa, quiero ayudarte, por favor, confía en mi- eso fue suficiente para que se vuelva a desmoronar, escondió su cara en mi cuello y empezó a llorar.

Su llanto era sonoro y las lágrimas no dejaban de caer de sus ojos y mojar mi cuello, solo me limité a abrazarla y darle de mi calor, en algún punto, ella se incorporó y llevó su mano al pecho.

-No... No puedo... respirar- respiraba por la boca y tomaba bocanadas cortas y rápidas de aire mientras hablaba, no sabía que hacer, la levanté nuevamente y la llevé frente a la ventana que seguía abierta, aprté su cabello del rostro y la ayudé a echarse un poco de aire.

Su respiración se reguló después de un tiempo frente a la ventana, sintiendo la suave brisa madrugadora, siguió abrazada a mi como un koala hasta que dejó de llorar, supongo que sus ojos se habrán secado o algo, cuando por fin había cesado su llanto, podíamos ver las primeras señales del sol en el cielo, nos sentamos al borde de la ventana, mirando el amanecer, nadie decía nada, estaba recostada sobre mi hombro y dibujaba figuras con su dedo en mi muslo.

-Ya no puedo más...- sorbió su nariz antes de continuar -ya no quiero más. Estoy cansada, tan cansada, no solo física, sino mentalmente, ¿sabes? Ya no quiero seguir con esto- ni siquiera me miraba.