𝟏𝟏- 𝐒𝐢𝐧 𝐫𝐞𝐭𝐫𝐨𝐜𝐞𝐝𝐞𝐫

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𝙎𝙖𝙙𝙖𝙨𝙝𝙞 𝙐𝙗𝙪𝙮𝙖𝙨𝙝𝙞𝙠𝙞

Sentía un gran dolor en mi pecho al igual que en mis brazos. La cantidad de sangre que me habían extraído había sido increíblemente abundante al punto de dejarme tan débil...

Maldita sea...

Por más que trato de sentirme culpable por hacerle este tipo daño a mi cuerpo, no me siento así...

Todo es por un motivo y una razón, y no debo de arrepentirme por ello. Es lo mejor que he podido hacer durante años de hacer todo mal, de huir, de matar y vivir bajo las cortinas de humo...

No... Ya no más...

—¿Cómo se siente? —preguntó Yamato al lado de mi futon.

Ahora me encontraba sentada en el futon mirando hacía abajo. Estaba avergonzada por todo este escenario que arme. Y no por el hecho de lo que dije, si no, que Kagaya me dejara en mal con todos ellos.

No me importa, pero eso hizo que sintiera aún más ira de la que usualmente sentía. Es como si yo no tuviera... como si yo no fuera nada...

Es como cuando era... una niña...

—Estoy mejor —respondí sin mirarle.

—¿En serio? ¿No quiere que le dé otro analgésico? —preguntó preocupado.

—Carajo, dije que estoy bien. No necesito nada de esa mierda.

Cada segundo que pasaba, más me molestaba. El hecho de que todo esto pasará y lo que hice me hace dudar de muchas cosas.

Debo de dejar esto de una vez antes de que me arrepienta.

—Voy a salir —me levante con cuidado del suelo y me dirigí al baño.

—¿Qué? Mi señora, no puede. Su condición no es muy buena —Yamato empezó a seguirme.

—No me importa. He estado en peores condiciones.

Me metí al baño y lo cerré con llave, una vez que me senté en el suelo, saqué la jeringa y el líquido que me había entregado Tamayo.

"Solo pequeñas dosis por día"

—Solo pequeñas dosis... —dije a mi misma mientras miraba el pequeño frasco.

Acá vamos de nuevo

...

𝙎𝙖𝙣𝙚𝙢𝙞 𝙎𝙝𝙞𝙣𝙖𝙯𝙪𝙜𝙖𝙬𝙖

No puedo evitar sentirme de la mierda. Ver a Sadashi en aquel estado me hizo preocuparme muchísimo, ya que parte de sus brazos estaban cubiertos con vendas y estas cubiertas de sangre, y al observar mejor, pude también notar unos pequeños agujeros, como si le hubieran puesto jeringas...

No sabía que demonios pasaba, pero nada de esto pintaba bien.

Lo único que quiero es verla, pero dudo mucho que ella quiera verme en estos momentos después de esa escena que hicimos en el dojo del patrón...

Solo hice lo que debía, y debía no apartarla de mi lado desde un principio.

No dejaré que vuelva a escapar.

—¡Shinazugawa!.

Al escuchar aquel grito, lo único que pude hacer fue voltear y ver aquel alto y molesto peli plata caminando hacia a mí.

—¿Qué quieres ahora? —pregunté de mala gana.

—Eh... No es necesario ser tan tosco, viejo —me abrazó por los hombros y revolvió mi cabello —solo quiero saber como estas. Después de la escena que hizo tu mujer, no sé cómo te sientas —me vio de pies a cabeza —y creo que demacrado —dijo con cierta ironía.

𝑳𝒂 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒂𝒕𝒓𝒐𝒏 𝕂ℕ𝕐 (𝑺𝒂𝒏𝒆𝒎𝒊𝒙𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒂)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora