Capítulo 3

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Sasuke golpeó su cabeza contra la almohada de su habitación. Desde aquel día, su corazón no había logrado curarse como esperaba. Cada vez que se acercaba al rubio, se convertía en una bomba de tiempo. Se había golpeado el pecho una y otra vez, deseando que todo terminara.

—Oye, ¿dejaste de gruñir como un animal? —se escuchó desde la puerta, mientras los pasos se acercaban a la cama—. Vamos a salir, necesito comer, y tú debes acompañarme.

¿Cómo decirle que no? Cuando utilizaba ese tono amable de voz, acompañado de los insultos que solo podía decir hacia él. Sasuke levantó la mirada y notó la gran sonrisa que ahora se extendía sobre su rostro bronceado. ¿Por qué estaba tan radiante?

—Ve solo —respondió, volviendo a esconder su rostro sobre la almohada. Cerró los ojos, ahora con el latido de su corazón resonando en sus oídos. Sintió cómo Naruto se removía sobre la cama, acostándose a su lado. Lo escuchó suspirar—. Sal del cuarto, idiota.

—Quiero ir contigo —balbuceó, pataleando sobre la cama—. Si quieres vivir aquí, debes hacerme compañía, aunque sea un poco. Deidara no vendrá este mes.

Sasuke trató de no sonreír. El hecho de que Deidara no estuviera le daría una oportunidad de no regresar a su hogar. Teniéndolo a su lado por más tiempo, Naruto volvería a quejarse sobre lo pesado que era vivir con él, incluso agregaría problemas donde no los había. Lo sintió sentarse sobre la cama y sus manos recorrieron su espalda. Frías al tacto, se apegó a su espalda como un koala y siguió balbuceando.

—Deja de tocarme.

—No quiero ir solo.

Sasuke suspiró, resignándose a la insistencia de Naruto. Con un leve movimiento, Sasuke se giró hacia Naruto, apartándose de su abrazo y mirándolo directamente a los ojos azules llenos de determinación —. No iré.

La mirada brillante cambió rápidamente, y el rubio solo asintió, levantándose de la cama. Salió de la habitación sin siquiera cerrarla o despedirse.

Después de que Sasuke rechazara la invitación de Naruto a salir, la habitación quedó sumida en un incómodo silencio. Sasuke podía sentir la tensión en el aire mientras se aferraba a su almohada, tratando de bloquear los pensamientos y sentimientos contradictorios que lo atormentaban. Sin embargo, sabía que no podía evitar enfrentar la situación por mucho tiempo.

Pasó el tiempo y la noche cayó, pero no había rastro de él ni señal de que fuera a llegar a casa. Sasuke no dudó en tomar su móvil y marcar su número.

—¿Dónde estás? —preguntó, tomando sus llaves y su chaqueta. Desde el otro lado de la llamada, sus palabras sonaron entrecortadas y arrastradas, la música de fondo no ayudó mucho.—. No te vayas a ningún lugar, Dobe.

La llamada se cortó abruptamente y salió del lugar. Naruto, bajo los efectos del alcohol, se volvía vulnerable y demasiado adorable. Estar rodeado de esos amigos molestos solo lo llevaría a cautivar a los demás. Iba a ese bar, lo sacaría de allí y se encargaría de cuidarlo hasta molestarlo al día siguiente.

Aunque no estaba de humor para salir, dudaba que Naruto llegara completamente bien. Sasuke había esperado pasar una noche tranquila, tal vez charlando y relajándose, pero se encontró con una situación completamente diferente.

Desde el momento en que entró al bar, Sasuke sintió que no encajaba. La música estridente y el bullicio de la multitud resonaban en sus oídos, recordándole por qué prefería la tranquilidad de su hogar. Pero, estaba allí, tal vez siendo un desastre de sí mismo.
Sin embargo, todo cambió cuando sus ojos se posaron en Naruto, quien estaba junto a un individuo de aspecto desagradable.

Sasuke observó con desprecio al sujeto rojo posado sobre los labios de aquel individuo. Esa no era la forma en que había imaginado pasar la noche, y mucho menos quería presenciar esa escena desagradable en un lugar público. El disgusto se reflejaba en su mirada fruncida mientras la mano del sujeto parecía querer explorar la espalda de Naruto.

Sintiendo la ira y la indignación arder en su interior, Sasuke se acercó decidido a detener aquella exhibición inapropiada. Su mente se llenó de pensamientos violentos, deseando golpear al sujeto hasta dejarlo inconsciente. Sin embargo, al acercarse, se detuvo en seco. La música estridente del lugar le recordó por qué había evitado acompañarlo en primer lugar, utilizando una excusa banal para evitar experimentar situaciones como esta.

Pero ahora, la situación era mucho peor. Las punzadas de disgusto se multiplicaban con cada segundo que pasaba. Odiaba ese sentimiento y, sobre todo, odiaba tanto al sujeto rojo como al individuo que lo acompañaba. Sentía que no tenía derecho a estar molesto, pero su frustración y enfado eran incontrolables.

Sus ojos oscuros se clavaron en la escena, mientras la rabia se acumulaba en su interior. Aunque intentó mantener la calma, era evidente que la situación no podía continuar de esa manera. Sasuke respiró profundamente y decidió intervenir, con la determinación de poner fin a esa desagradable escena que estaba presenciando.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, el sujeto rojo levantó la mirada y se percató de la presencia de Sasuke. Una sonrisa burlona se formó en sus labios, y fue entonces cuando todo cambió.

La visión solo intensificó su dolor, su sensación de ser un espectador en la vida de Naruto en lugar de ser el protagonista. Sasuke sintió cómo su corazón se hundía en su pecho mientras observaba la sonrisa maliciosa en los labios del desconocido. En ese momento, la amargura y la tristeza se mezclaron en una tormenta de emociones que amenazaban con abrumarlo por completo.

¿Cuántas veces había presenciado escenas similares? ¿Cuántas veces había sentido ese dolor punzante en el pecho al ver a Naruto con alguien más? No importaba cuánto intentara alejarse de esos sentimientos, siempre regresaban para atormentarlo.

Sasuke cerró los puños con fuerza, luchando contra la mezcla de celos, dolor y desesperación que lo invadían. Quería apartar la mirada, quería alejarse de esa escena que parecía destrozarlo por dentro. Pero algo en su interior se negaba a retroceder. No podía permitir que Naruto fuera lastimado de esa manera, no importaba cuánto dolor le causara.

Sin pensar en las consecuencias, Sasuke se acercó decidido al par, su rostro adquiriendo una expresión de determinación fría y calculada. El sujeto rojo lo miró con desdén, pero Sasuke no se dejó intimidar. Sus ojos oscuros estaban cargados de una mezcla explosiva de ira y tristeza mientras se dirigía a ellos.

—Creo que ya es suficiente —dijo, su voz resonando con un tono de autoridad que sorprendió a todos los presentes. Naruto levantó la mirada, sorprendido y confundido al ver a Sasuke allí, defendiéndolo, solo sonrió embobado.

El sujeto rojo soltó una risa burlona y se apartó bruscamente de Naruto—. Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? El perro guardián ha decidido hacer su aparición —dijo con un tono mordaz.

Sasuke apretó los dientes, sintiendo la rabia arder en su interior—. Lárgate —gruñó, su mirada penetrante clavada en el sujeto rojo—. Si tienes algún respeto por ti mismo, aléjate de Naruto y no vuelvas a acercarte a él.

El sujeto rojo lo miró con desprecio, pero algo en la determinación de Sasuke pareció intimidarlo. Finalmente, dio media vuelta y se alejó, dejando a Sasuke y a Naruto solos en medio de la multitud.

Los ojos azules de Naruto estaban llenos de sorpresa, y un brillo que no sabría descifrar—. ¿Qué… qué haces aquí? —preguntó, su voz ligeramente temblorosa.

Sasuke suspiró y apartó la mirada, luchando por controlar sus emociones tumultuosas—. Vine a buscarte —admitió en voz baja. Naruto se acercó a él, se recostó sobre su hombro.

—Gracias, Sasuke —dijo sinceramente.

Sasuke sintió un nudo en la garganta mientras miraba esos ojos azules llenos de gratitud. Quería decirle cuánto significaba para él, quería expresar toda la confusión que lo consumían, pero las palabras se quedaron atrapadas en su interior.

En cambio, asintió. Levemente y extendió su brazo para rodear a Naruto en un abrazo reconfortante, para luego subirlo a su hombro de un solo movimiento, escuchándolo carcajear por su acción en medio de la multitud ruidosa y caótica. En la lejanía aun podía notar como el insecto rojo seguía observándolos, levantando la copa en su dirección. Desearía no tener que volver a verlo.

Un Idiota Enamorado; SasuNaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora