|DIEZ|

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No logro conectar mi cerebro con mi cuerpo, mi mente repite ese momento una y otra vez. Sus labios en mi piel, devorando cada célula de mi cuerpo, sus dedos en mi entrepierna moviéndose de manera profesional y deliciosa.

Esto no terminara así, va a ser el quien caiga primero.

—Te están hablando, cariño— mi mente reacciona y cuando lo hace veo a una pareja frente a nosotros sonriendo de forma incómoda.

—Lo siento, ¿Que decía?— sonrio disimulando la incomodidad que siento.

—¿Cuánto llevan de casados? Querida— pregunta.

Es una mujer de unos cuarenta o quizás menos, trae un vestido largo color dorado, sus ojos azules me miran esperando una respuesta.

¿Y que se supone que responda?

—Ehh... Un mes y medió—  mi vista viaja a Aaron y este solo me sonríe.

—Oh, les falta mucho por vivir aún, el matrimonio es algo hermoso cuando estás con la persona correcta.

Veo como el marido de la señora la mira de una forma hermosa, sus ojos brillan al observarla.
Quizás algún día encuentre alguien que me mire de la misma forma.

—Ella es la persona correcta para mí, la amo más que a mi vida y hasta el día en el muera cuidare de ella.

Lo miro asombrada por sus palabras y si no fuera porque se que es todo fingido, hasta yo me lo hubiera creído.

—Me alegra saber que encontraste al amor de tu vida, es una jovencita hermosa— dice el hombre.

—Gracias— respondemos al mismo tiempo.

Aaron acerca su rostro al mío y posa sus labios en mi frente dejando un beso.

La noche Llega a su fin y ya estamos volviendo a casa, lo único que deseo ahora es dormir y quitarme estos tacos infernales.

—¿Te encuentras bien?— pregunta mi querido esposo tomando me desprevenida.

—Si— contesto esperando que abra la puerta del apartamento.

Antes de dormir voy en busca de agua pero soy interrumpida por Aaron que aparece en mi campo de visión y se queda apoyado en la pared, mirándome como un león a su presa.

—¿Que?

—Nada— arquea una ceja y se queda mirándome fijamente.

Paso por su lado y me detengo a mitad de camino.
La luz de la luna entra por los grandes ventanales dando una linda vista de la ciudad.

Se que me está viendo, siento su mirada en mi nuca, también se que esto es peligroso pero no seré yo quien pierda este juego. bajo el cierro de mi vestido dejando que caiga sobre mis pies,  lo único que traigo puesto es una tanga de encaje, mis pechos están libres y a la vista.

Sonrio orgullosa de saber que puedo provocar algo en él.

—Eso es jugar sucio— declará con la voz gutural.

—Crei que estábamos jugando sucio, señor Monroe.

—Esto no acabará bien— mantiene el gesto serio y sus ojos puestos en mi.

—Que bueno que lo tengamos claro.

Giro mi cuerpo dejando que vea mi trasero y me agachó aproposito recogiendo el vestido. lo escucho suspirar pesadamente y sonrió internamente.

Vuelvo a enderezarme y camino hacia mi cuarto sin girarme a verlo.

Todo esto está acabando con la poca cordura que tengl, esto no era parte del trato, desearlo no estaba en el plan.

Siento atracción por el hombre que se encuentra fuera de esta habitación y todos sabemos que no acabará bien.

Luego de haberme dado una ducha y vestir solo unas bragas con una remera larga y ancha que logré comprar,me acuesto, sin embargo el sueño no llega y me resignó al saber que hoy será una noche larga.

Mi mente sigue en aquel baño, mi cuerpo me exige que calme esa necesidad.

Inevitablemente bajo mi mano por mi vientre hasta llegar a mi entrepierna, cierro los ojos recordando el momento. sus húmedos besos, sus ojos negros viéndome con deseo, su forma de besarme haciendo que quiera más, sus dedos adentrándose en mi cavidad y yo disfrutando de eso.

Un gemido involuntario sale desde lo más profundo de mi garganta y al darme cuenta, me tapo la boca para ahogar los que seguirán saliendo.

—AHHAHHA— grito al ver una sombra en el umbral de la puerta.

Malditasea, me olvidé de cerrarla.
Si, te olvidaste, haremos de cuenta que te creemos.

—¿Quieres ayuda?

Aaron se acerca lentamente y se sienta en la punta de la cama. 
El maldito no deja que me descargue en paz.

—Estoy bien así, gracias— me cubro con la sábana y vuelve a hablar.

—Yo creo que no. Lo hacías pensando en mi, déjame que me encargue y siga con el resto.

Se acerca a mí y no se que responder, estoy estúpida mirando sus grandes manos que me toman de la barbilla obligando me a verlo a los ojos.

Quiero decirle que no, que no lo necesito, que no me provoca en lo absoluto.
Pero me estaría mintiendo.

—Si te resistes será peor, se que quieres Emma, déjame terminar con lo que yo mismo empecé— susurra con la voz ronca.

¡Me voy a desmayar!

Asiento embobada mirando sus labios. Baja su mano por mi cuello hasta llegar a mis pechos y se detiene apretando uno de ellos, cierro los ojos por instinto y presa del placer que me recorre el cuerpo.

Sigue bajando su mano acariciando me en el proceso y la detiene en mi entrepierna.

—Abre—ordena.

Lo hago y cuando siento su dedo haciendo círculos en mi punto débil ya no hay vuelta atrás.

Mete un dedo en mi vagina sin dejar de hacer círculos en mi clítoris con su dedo pulgar.

Una corriente atraviesa todo mi cuerpo, echo la cabeza hacia atrás dejándome llevar por el placer y la lujuria que siento en este momento.

Introduce otro dedo y está vez dejo escapar un gemido.

—No pares— murmuro.

—Vente para mí, Emma.

Que me hable así me prende más.

Sigue moviendo sus dedos en mi interior y cuando ya siento que no puedo más explotó en mil fragmentos distintos.

Todo mi cuerpo tiembla, mis piernas parecen gelatina, un grito de placer inunda la habitación al sentir esa liberación que tanto deseaba.

Cuando logro abrir los ojos lo veo lamerse los dedos con los que me acaba de penetrar.
Me observa fijamente mientras hace tal cosa y siento en mi entrepierna otra vez la punzada de querer de nuevo lo que acaba de pasar.

—Eres deliciosa.

Trago grueso y no se que hacer ahora.
!¿Le devuelvo el favor?!

¿Quieres que te devuelva el favor?— Pregunto avergonzada.

!te acaba de dar el orgasmo más placentero de tu vida, ¿Y tiene vergüenza?!
Me recrimina la voz en mi cabeza

—No. El favor me lo devolveras cuando te entregues a mi, cuando me pidas por favor que te coja sin piedad ni pausas, ese día me cobraré el favor.

Se para de la cama y camina hacia la puerta, antes de salir me mira por ensima del hombro y dice:

—Seras tú quien suplique— cierra la puerta y me quedo sentada en la cama, procesando todo, con las piernas temblando y el corazón a mil.

Esᴘᴏsᴏs ᴅᴇ ᴅɪᴀ Y Eɴᴇᴍɪɢᴏs Dᴇ Nᴏᴄʜᴇ +18   (Terminada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora