Prólogo

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Regresar a Barcelona no me resulta para nada agradable pero debo hacerlo, no puedo defraudar a mi tío después de todo lo que ha hecho por mi y mis hermanos.

Mis padres me han enseñado a siempre agradecer todo lo bueno que las personas lleguen a hacer por mi y por nosotros.

Además, cuando decidí que carrera estudiar y en qué universidad, mí tío me hizo prometer que luego de terminar mis estudios volvería para trabajar en su empresa. Así que... aquí estoy, en mi nuevo apartamento con mis hermanos desempacando todas nuestras cosas.

El cambio es completamente diferente, son ciudades completamente distintas. Son muchos cambios en mi vida: un nuevo apartamento, un nuevo trabajo, una nueva institución para mi hermana y una nueva vida para todos. 

Aunque mi tío Hugo insistió en que viviéramos en su enorme casa. Sentí que no estaríamos cómodos, en realidad porque con mis hermanos tenemos ya una convivencia establecida y siempre hemos sido nosotros tres unidos contra todo, junto a nuestra abuela guiando nuestros pasos.

Observo la hora en mi reloj, ya se me hace tarde, debo pasar por la oficina de mi tío para firmar mi nuevo contrato. Lo que no veo necesario el tener que ir hacia allí pero el insistió tanto en que debo hacerlo y por más que me niegue, el seguirá insistiendo y acabaré accediendo de todas formas. Pero, por falta de paciencia, digamos que no es uno de mis fuertes.

Suspiro, tomo un abrigo, las llaves del auto y salgo del apartamento para dirigirme a mi destino. No me demoro más de quince minutos en llegar, ya que mi nuevo hogar se encuentra cerca.

Bajo del auto y me adentro en el edificio. Llego hacia la oficina donde trabaja mi tío y me anuncio con una joven que se encuentra en la entrada.

—Buenos días —pronuncio llamando su atención.

—Buenos días señor —sonríe—. ¿En qué puedo ayudarle? —pregunta con amabilidad.

—He venido a ver al señor Finnegan.

—¿Thomas Finnegan? —pregunta.

A veces olvido que mi primo trabaja en este lugar también.

—No, Hugo Finnegan.

—Bien, ¿tiene una cita? —pregunta.

—No necesito una cita para hablar con él —expresé secamente.

—No puedo dejarlo pasar sin una cita, lo siento —señala.

Suspiro intentando calmarme y no enviarla al jodido infierno. Mis hermanos siempre se burlan de mi poca tolerancia hacia las personas o hacia cualquier cosa que respire. Incluso dicen que debería hacer yoga para calmar mí ira, lo cuál no creo que tenga solución alguna.

—¿Podrías llamar y avisar que Eros está aquí?

—No lo creo señor.

Suspiro intentando contenerme para no enviarla al infierno.

—Le aseguro que cuando su jefe oiga mi nombre y sepa que no me está dejando pasar no le gustará para nada —realmente estaba colmando mi poca paciencia.

—De acuerdo —accede—, espere un momento.

Toma el teléfono y realiza la llamada.

—Disculpe señor, hay un hombre aquí diciendo llamarse Eros y quiere verlo, pero no tiene cita —logro escuchar la voz de mi tío, no muy alegre mientras habla con la chica—. Oh, si. Yo... lo siento señor. No lo sabía. Si claro ya mismo —colgó el teléfono.

>> Yo lo siento, no sabia que era su sobrino. Discúlpeme por favor —sonríe nerviosa —. Puede pasar, el señor Finnegan lo espera en su oficina.

—Sabe, debería comenzar a preguntarse si está haciendo bien su trabajo —expreso secamente y continúo mi camino sin darle la oportunidad de replicar, aunque creo que no sería capaz de enfrentarme.

Entro a la oficina de mi tío sin golpear.

—¿No te enseñaron a golpear? — habló con la vista en unos papeles.

Rodee los ojos.

—No era necesario si ya sabías que me encontraba aquí —pronuncio sentándome frente a él—. Hagamos esto rápido que tengo muchas cosas por hacer.

—Bien, aquí está el contrato, puede leerlo si deseas.

—Está bien, ya habíamos pactado cada punto por lo tanto no es necesario —firmo el contrato sin pensar, cuanto más rápido mejor.

Me pongo de pie al mismo tiempo que mi tío, extiende su mano hacia mi y la estrecho

—Bienvenido hijo —sonríe.

—Gracias tío.

—Será un placer trabajar juntos —agrega.

—Eso creo—esbocé un amago de sonrisa—. Debo irme.

—Claro, luego hablamos para coordinar tu primer día, además quiero presentarte al equipo.

El famoso equipo...
Solo conozco a una persona, Thomas y es el único sujeto que me agrada.

—De acuerdo, te veo luego —concluyo dirigiéndome hacia la puerta—. Ah, por cierto —sonreí—, no me agrada tu secretaria.

Salgo de su oficina, camino hacia el ascensor pasando justo al lado de la secretaria.

—Adiós señor Finnegan —expresa sonriente.

Solo la observo y la ignoro continuando mi camino.

Salgo del ascensor, aunque eran pocos pisos no tenía ganas de bajar por las escaleras, abro la puerta del edificio y noto que llueve torrencialmente. Me quedo un momento calculando la distancia hacia mi auto, no tenía idea de que iba a llover. 

Jodida suerte.

Me concentro en buscar una posibilidad para poder salir de allí. Pero el sonido de una música y un llanto junto con unos insultos al mismo tiempo me distraen.
Recorro con mi vista el lugar y noto a una mujer llorando en un auto, arqueo una ceja pensativo. Realmente se ve mal pero no es de mi incumbencia, ¿o sí?

No claro que no, ni siquiera se quién es.

Me quedo unos minutos con la vista en mi móvil, luego comienzo a bajar las escaleras pero no avanzo mucho porque un cuerpo choca con el mio.

—Lo siento —expresa una mujer.

La observo alejarse y descubro que es la mujer que lloraba en su auto.

—No te preocupes —logro decir aunque no sé si me escuchó.

Sube las escaleras, lo que me parece extraño tendiendo un elevador disponible. Pero cuando la pierdo de vista completamente sigo mi camino y avanzo hacia el auto, subo en él y me marcho.

Debo prepararme mentalmente para mi nuevo trabajo, solo espero que el resto del personal no sea tan irritable e inútil como la secretaria.

Todo De Mi (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora