Capítulo XXXII: Paseos

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Eros

Han transcurrido exactamente dos semanas desde la primera vez que estuve en el apartamento de Sophia. Esa noche en la que cambia todo entre nosotros, he sido un poco impulsivo, debo admitirlo. Pero no me arrepiento en absoluto el haber llegado a su apartamento a esa hora, no me arrepiento para nada de haberla besado y haber estado dentro de ella, de haber sentido su interior por primera vez. Creo que luego de ello nunca voy a lograr saciar mi sed de ella, ahora  mucho menos, ahora deseo mucho más.

Si, fue una gran decisión improvisada, tal vez debería aplaudirme.

Generalmente, suelo pasar algunas noches con ella en su apartamento para así dormir juntos o también suelo escabullirme en su oficina para robarle unos besos o ella también suele hacerlo sorprendiéndome en mi oficina.

Sin embargo, aún no hemos hablado de qué tipo de relación tenemos, solo compartimos tiempo juntos y me gusta, me gusta mucho, siento que con ella no necesito ninguna clase de etiqueta, ni nada por el estilo. 

Tengo un ligero presentimiento de que nuestros amigos sospechan que sucede algo más entre nosotros, pero solo lo diremos cuando Sophia se sienta lista.

Aunque Deneb y Thomas saben de mi parte que nos hemos besado y que estoy loco por ella pero no están al tanto de todo lo que ha sucedido luego, de todo lo que paso entre nosotros. Tampoco  puedo ir por la vida contando mis intimidades con Sophia claro está, lo que si no sé, si las amigas de Sophia saben algo, por ello solo me mantengo al margen esperando que sea su decisión decirlo.

Detengo el auto fuera del edificio, subo las escaleras y comienzo a escribir un texto.

Eros: ¿damos un paseo?

Maldita loca: ¿ahora?

Eros: por supuesto, abre la puerta.

Maldita loca: ¿qué?

Unos segundos después Sophia abre la puerta de su piso.

—Estas loco Eros —sonríe.

Claramente lo estoy, no cabe duda, pero si estoy así es por ella.

—Por ti cariño.

Salta sobre mí y me rodea con sus piernas.

—Eres increíble —susurra cerca de mi boca para luego besarme.

Comenzamos a besarnos lentamente y avanzo ingresando en su piso. Juro que puedo pasar todo el maldito día conociendo su boca, besándonos hasta el cansancio pero ahora tengo planes. Luego podremos continuar besándonos hasta quedarnos sin respiración.

Nos separamos y la dejo en el suelo.

—Aunque me encantaría continuar besándote cariño, debemos irnos, ve a prepararte—ordeno—. Te espero aquí.

—¿A dónde iremos? —pregunta con curiosidad.

—Es sorpresa

—Pero... ¿qué debo ponerme? —cuestionó.

—Todo te queda bien Sophia, siempre te ves hermosa aun más luego de todos los orgasmo que te regalo porque soy así de generoso.

—Idiota —finge enojarse.

—Soy un idiota pero te gusta gemir mi nombre pequeña.

—¡Te odio! —chilla

—El sentimiento es mutuo cariño, ahora date prisa y nada de tacones.

Aún me divierto sacándola de quicio todo el tiempo posible, aunque nuestra relación haya cambiado, continuamos fastidiandonos mutuamente, es divertido. 

Todo De Mi (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora