Capítulo 1 - Heridas

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Clarke se inclinó más y observó al hombre desde su escondite detrás de un árbol. Él puso su mano sobre la hoguera, pero la encontraría fría porque ella aún no había encendido un fuego ese día.

Examinó el área cerca de la hoguera donde ella había dormido la noche anterior y supo que estaba tratando de determinar cuánto tiempo hacía que había estado allí. Examinó el área detrás de él y escuchó, aunque si él no hubiera venido solo, lo más probable era que ella no lo supiera. Si los terrestres no querían ser vistos, no lo eran. Esperó hasta que él estuvo casi a su lado, al alcance de su mano, y luego se movió rápidamente y agarró su muñeca. Ella jalo al hombre con un solo movimiento y él tropezó, sorprendido. Ella tenía su cuchillo contra su garganta mientras él se arrodillaba, su muñeca todavía en su firme agarre.

Trató de apartar el brazo de un tirón, pero ella lo mantuvo en su lugar. "Hod op" ("Quieto")

Dejó de moverse y ella lo reconoció entonces, debajo de las rayas de pintura negra y la mugre del viaje. Zander, un adolescente de Trikru que hacía recados para Niylah cuando necesitaba sus servicios. Ni siquiera había pasado de los catorce años, supuso cuando lo conoció por primera vez en la parada comercial, pero los adolescentes terrestres e incluso los niños podían ser tan formidables y peligrosos como los adultos.

Ella presionó el cuchillo en su cuello. No lo suficiente para sacar sangre, pero sí lo suficiente para que se diera cuenta de su muerte inminente si hacia algo estúpido. "¿Cuántos son hoy Zander?"

Usó su mano libre para señalarse lentamente a sí mismo.

Ella apretó su agarre en su muñeca. Tenía que doler, pero el no se quejó ni se estremeció. "¿Qué quieres?"

"Niylah me envió".

Ella lo miró fijamente, buscando la confirmación de la verdad o la mentira. Se fue con lo primero ya que no tenía razón para no hacerlo y le soltó la muñeca, aunque mantuvo el cuchillo colocado en su garganta. Lentamente movió sus manos a su pecho, y con los dedos de una mano, tocó un cordón de cuero alrededor de su cuello, parte de él escondido dentro de su camisa. Ella asintió y él tiró lentamente para revelar un colgante de hueso tallado. Era de Niylah.

Ella bajó su cuchillo. "¿Por qué te envió?"

"Ella tiene un mensaje para ti".

Clarke esperó.

"Dos guerreros vinieron ayer, pero no para negociar. Hicieron muchas preguntas sobre Wanheda."

Ella frunció. "¿Quiénes eran?"

"Azgueda."

Ella estaba familiarizada con ese término. La Nación Hielo. El pensamiento vino espontáneamente, las tranquilas palabras de Lexa frente a una pira funeraria sobre la pérdida de una mujer llamada Costia a manos de Azgeda. Apretó los dientes y deseó que las imágenes de Lexa se dispersaran. Nunca lo hicieron. "¿Qué más dijo Niylah?"

"El guerrero dijo que su reina ha ofrecido una recompensa mayor por Wanheda, y que hay muchos más buscándote".

"¿Por qué?"

"El poder de Wanheda ", dijo, como si fuera del todo evidente.

Se enderezó y envainó su cuchillo. Había dejado Mt. Weather atrás para escapar de la muerte, de su asociación con él y de los acontecimientos que la llevaron a tomar la decisión que tuvo que tomar. Pero en cambio, los eventos de hace casi tres meses colgaban de su cuello con un peso del que no podía deshacerse, los rumores de Wanheda se arremolinaban a su alrededor constantemente. La comandante de la muerte, quien trajo venganza a la montaña y puso fin a los espeluznantes experimentos en sus profundidades.

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