La noche es oscura y llena de terrores.

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Lucerys pasó toda la noche en vela sentado en la cama observando la puerta de su habitación, no era miedo era precaución lo que sentía, odiaba ser débil, odiaba ser tan sumiso en ocasiones y no poseer el mismo carácter que Jace, pero lo que más detestaba era confirmar que Aemond tenía razón. A este paso el chico se iría no solo sin un ojo, sino también sin alguna extremidad si no lograba defenderse, observo que sus palabras causaban efecto en su tío, sin embargo, sus acciones dejaban mucho qué desear. El sol apareció, era día de visitar a su abuelo.

Luke ¿estás listo? — Jacaerys después de lo del día anterior temía por su hermano menor, sin embargo, optó por marcar un poco la línea y quedarse fuera del cuarto, golpeó dos veces la puerta hasta que el chico salió —No es necesario que vigiles la puerta — dijo con cierta melancolía — Tranquilo que no vengo a vigilarte cual niño, madre me mandó por ti, quiere que los dos vayamos juntos a ver al rey —ambos Velaryon se encaminaron hacia los aposentos del rey, extrañamente ninguno de los verdes estaba a la vista. Esperaba que se hubiesen ido de cacería o alguna cosa similar. Había que aceptar que durante todo el trayecto la calma reinó, incluso la incómoda situación del día anterior parecía estar olvidada —¿Sabes hermano? —el heredero al trono rodeó con su brazo al más chico por encima de los hombros —hay rumores de que nos comprometeremos con Baela y Rhaena— Jace le guiño el ojo e hizo una seña pícara con los ojos —La verdad es que no me desagrada en lo absoluto, Rhae y yo nos llevamos muy bien... creo que en verdad nos gustamos —Lucerys realmente adoraba estar cerca de su prima, era una chica dulce pero feroz, era el complemento perfecto para él.

Las puertas de los aposentos del rey se abrieron dándole la bienvenida a sus nietos, mágicamente ambos muchachos regresaron la cordura al tambaleante regente —¡Ahí están! Mis dos muchachos —el hombre extendió el único brazo que le quedaba, el cual fue llenado con un abrazo amoroso y cálido de parte de los menores. Les acarició la cara y sonrió como si fuera el día más feliz de su vida. En verdad lo era. — Nada hace vivir más a este viejo que mis amados nietos —la felicidad en su rostro era tremenda — Te ves mejor abuelo, perdón... Su Alteza — Viserys negó con la cabeza rápidamente — dejemos las formalidades. Hoy solo soy un hombre deseoso de ver y convivir con su familia —ambos jóvenes rieron, rodearon al anciano por los lados dándole la atención que sus hijos eran incapaces de proveerle.

La plática se alargó, fue amena y llena de risas, aunque también de enojos por las típicas travesuras de adolescentes, nunca se había escuchado al rey reír tanto como aquél día. —Lucerys, eres el heredero de Marcaderiva, es una gran responsabilidad y tenemos que dejar todo en claro. Yo no aguantaré mucho mis muchachos—su voz se escuchaba triste —Abuelo... —ambos dijeron al mismo tiempo— es la realidad, pero antes de morir me ocuparé de dejar claro sus posiciones —Viserys palmeó la rodilla de Luke —Mi querido nieto, por favor déjame solo con tu hermano, quiero hablar seriamente con él de su sucesión en caso de que tu madre llegue a faltarles. Luego te tocará a ti –sonrió ampliamente, haciendo una reverencia salió de la habitación. Las puertas sonaron detrás suyo al cerrarse, ese chillido de la madera vieja causó una rara sensación en él —Vamos, respira —se dijo así mismo y salió camino a los pasillos, sin darse cuenta observó que muchas cosas habían cambiado desde que vivió en Roca Dragón, no había olvidado donde quedaba su habitación, pero sí el pasillo que llevaba directo a ello.

Mientras caminaba por los largos corredores, los sirvientes bajaban la cabeza en señal de reverencia, pero también murmuraban a sus espaldas, que horrible y pésima sensación tenía al no parecerse a Sir Laenor. Odiaba saber que sí era un bastardo, pero su familia directa se había encargado de que esa etiqueta no cayera sobre su espalda. Se distrajo pensando tanto en el revoltijo que tenía en la cabeza que de pronto había llegado a una zona que lucía lúgubre y apartada, recordó que ahí solía esconderse con Jace pues era un excelente refugio para las escondidas, cuartos llenos de muebles viejos, rotos, que eran una trinchera perfecta para jugar. Una risa escapó de sus labios, en una de las puertas de madera se veía marcado "Señor Marcaderiba" sí, con todo y la falta de ortografía pues aún era un niño cuando realizó era marca con un cuchillo de la cocina. Extendió la mano derecha para tomar la manija, abrirla lentamente, su corazón palpitó cuando vio el cuarto igual pero lleno de telarañas, polvo, solo la luz de la enorme ventana alumbraba el espacio ¿dónde habían quedado esos momentos felices? —Debería traer a Jace — sonrió tontamente.

El pico de los susurros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora