Capítulo XV

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  Unos golpes sordos retumbaban en las paredes de mi cráneo, como si tuviera viviendo una colonia de pequeños seres en mi cabeza, y trataran de derrumbar una puerta enorme usando un árbol gigantesco. Me vino a la mente, la escena en la que los pueblerinos invaden el castillo en la película de la bella y la bestia.


Me quejé algo dormida y me tapé la cabeza con mi edredón, sueños raros si los hay... Pero los golpes no cesaban, evidentemente no provenían de un sueño, sino que eran bien reales. Los golpes comenzaron a ganar velocidad, y sonaban desesperados. Me incorporé en la cama sobresaltada, y parpadeé en la penumbra de mi habitación.


Extendí los brazos hacia adelante estirándome, y salí de la cama de un salto. El piso estaba congelado, los golpes seguían sonando. Alguien me iba a tener que dar muchas explicaciones. Caminé con dificultad en la oscuridad, y me golpee mi dedo menique del pie contra el borde de una cómoda, maldiciendo me puse encima una frazada para ver quien estaba tan loco como  para querer derribar mi puerta a las tres de la mañana.


Me asomé con precaución, por la mirilla de la puerta, pero no vi a nadie. Automáticamente se me vinieron a la mente, todas las películas de terror que había visto en mi vida, en donde sucedía exactamente esa escena, alguien golpeaba la puerta, cuando la chica rubia se asomaba abrir no había nadie, entraba de nuevo sin darle importancia al asunto, y ¡zas! Salía el asesino desde atrás. 


   Estaba por ir a agarrar mi teléfono celular, y notificar a Emm de lo que acababa de ocurrir cuando los golpes volvieron a sonar, con más desesperación que antes. Deje caer la frazada al suelo, y fui a por un palo de amasar en la cocina. Si alguien venia a asesinarme, al menos no me iría sin dar pelea.


Tomé el pomo de la puerta, y en un segundo la tenía abierta de par en par ante mí. El palo abandonó mis manos, cuando me di cuenta que del otro lado, había una adolescente temblorosa. Una chica de al menos unos 14 años,  con unos ojos pardos brillosos, que se me hacían de pronto muy familiares.


Apenas tuve tiempo de mirarle el rostro, porque se abalanzó hacia mí en un abrazo fuerte convulsionando. Lo único que pude hacer, fue corresponderle el abrazo.


- Al fin te encontré Alexa – Dijo en un susurro mientras se limpiaba las lágrimas.

No sabía cómo conocía mi nombre, pero sus ojos, sus perfil anguloso, y su tez pálida, me recordaban a alguien. Estaba segura, que esta chica era una Rainer. Había estudiado los detalles de Albano lo suficiente como para reconocerlos traslados en este pequeño rostro femenino que me miraba con angustia.


- ¿Que te sucede? – No necesitábamos presentarnos, nos conocíamos de alguna forma - ¿ Le ha pasado algo Albano?


- Mi hermano... - No pudo seguir hablando porque le falló la voz.


- Ven, vamos a tomar algo caliente, hace mucho frío afuera...


  Anthonia Rainer era una adolescente esbelta, alta, y decididamente llamativa. Aun con rastros de máscara de pestañas en sus mejillas, su rostro se veía armonioso y puro. Empecé a imaginar a los progenitores de  Albano... Al parecer al igual que la tez clara y  los profundos ojos castaños claros la elegancia se trasmitía genéticamente en la familia.

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⏰ Última actualización: May 11, 2015 ⏰

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