#2 Ice floe lord

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Los siguientes días después de lo ocurrido con Mingi fueron realmente aburridos, San realmente actuaba como si no existiera, como si yo no viviera en esa casa, como si fuera un fantasma. Él realmente es un témpano de hielo, frío como la Antártida. Lo único bueno que paso es que conocí a uno de los trabajadores de la casa de témpano. Yeosang, un omega Vesania muy lindo y leal, me ha estado haciendo compañía desde que estuve aquí, a veces le ayudaba a cocinar ya que es uno de mis hobbies preferidos, otras yo me dedicaba a preguntar sobre San y Yeosang siempre evadía mis preguntas.

— ¿Hay alguna razón por la que San sea así conmigo? ¿Es por qué soy un Dysania?— Pregunté

— Wooyoung, sabes que no puedo hablarte de eso, deja de preguntar.— Me rendí en mi búsqueda de alguna respuesta y subí a mi habitación, el pasillo completamente desierto de no ser por la puerta al final del pasillo.

Es la puerta del despacho de San estaba entreabierta y la luz aún estaba encendida. Miré la hora, si San seguir ahí dentro significa que aún no cenó nada. Me acerqué allí, cuando estaba a unos cuantos metros de la puerta, una voz resonó dentro de la habitación.

— ¿Qué quieres Wooyoung?— Me apresuré a llegar a la habitación y entrar.

— ¿Cómo has sabido que era yo? Estaba bastante lejos.— Pregunté con curiosidad.

— Por tu condición de Dysania hueles mucho más fuerte que cualquier otro omega, además, todos los omegas que trabajan en esta casa menos Yeosang son recesivos, por lo tanto, no huele a nada prácticamente.— Giro sobre su silla para mirarme directamente a los ojos mientras me hablaba, y... ahora que lo pienso, tiene razón. Aparte de San están un par de Alfas más, aunque sea denigrante para ellos acabaron así por perder su posición de Alfa luchando contra otro, así que no les queda otra.

— No comiste nada, ¿verdad?— Me acerqué lentamente a San, pero él, en cambio, soltó un gruñido de advertencia para que no me acercara. — Lo siento.— retrocedí sobre mis pasos.

— Simplemente, mantén las distancias conmigo.— Su mirada filosa fijándose en la mía. —Tienes razón, no cené nada. No te preocupes por eso, Misuk ya acabó su turno y tampoco es que tuviera mucha hambre.— Volvió a girarse en su silla para ponerse a trabajar de nuevo.

Me quedé un rato ahí plantado, mirando la espada del dueño de la casa y de repente me entró una duda, ¿Por qué San me dejo quedarse en su casa? Un omega tonto podría pensar que puede ser que le guste, pero seamos sinceros, San no me trata como si me quisiera cortejar, de hecho parecía que me quería lo más lejos posible de el. Personalmente, no me molestaba, pero... no me gusta que me traten así, a partir de ahora vivo en su casa y técnicamente soy suyo. Es algo que no logro entender con claridad.

— ¿Por qué me dejaste quedarme?— San no se giró, siguió haciendo su trabajo tranquilamente mientras yo abandonaba la habitación mientras un suspiro salía de mis labios. Mi molestia creciendo mientras salía de allí.

Fui a mi habitación y me metí entre las calientes sabanas mientras cerraba mis ojos, deseando tener una buena noche de descanso, y así fue, hasta que desperté en mitad de la noche. Sediento, salí al pasillo para lograr percibir que la luz de despacho de San seguía abierta, bajé hacia la cocina para conseguir un poco de agua con tal de saciar mi sed. Cuando fui a salir me quede mirando el frigorífico, una idea absurda asomándose entre mis pensamientos. Negué con la cabeza para después dejar salir un jadeo lastimero y andar hacia allí en busca de algo ligero para comer, cuando pude encontrar un bol con varias frutas cortadas a trocitos, tomé un tenedor y subí las escaleras, dirigiéndome hasta el despacho del dueño de la casa. Me adentré y pude apreciar a un San muy cansado mirando fijamente la pantalla de su ordenador, me acerqué a él y dejé el bol a su lado mientras me lanzaba una mirada sin emoción. Tengo que admitir que seguía molesto con él, pero no puedo permitir que trabajé tantas horas y no coma, ni siquiera es humano.

— Si te digo que te vayas a dormir no me harás caso, así que por lo menos come algo.— Cuando estaba a punto de pasar por el marco de la puerta, lleno de molestia ya que ni siquiera un misero gracias recibí su profunda voz hizo eco en la vacía habitación.

— Gracias Wooyoung, descansa.

— Igualmente.

Volví a mi habitación y logré dormir, a la mañana siguiente cuando desperté toda la casa estaba en silencio, puesto que al ser hoy sábado todos se levantaban más tarde de lo usual o no tenían que venir a trabajar. Un olor mentolado se coló por mis fosas nasales, ese olor normalmente un tanto amargo, cargado de emociones negativas, ahora me llegaba un aura de calma y tranquilidad que me atraía. Sin darme cuenta entré a la habitación de la cual provenía aquel olor exquisito, hasta que me di cuenta de donde estaba por lo que paso. Tropecé con algo en el suelo y me di cuenta de que estaba en la habitación de San, me caí encima de él y ahora esta sobre de mí con su mano apretando mi brazo y los ojos dilatados con cierto destello. Por suerte, al darse cuenta de que era yo, dejo de apretar mi brazo y se sentó en la cama.

— Lo sient...— Me fulminó con la mirada

Fuera.— Nunca tuve tanto miedo de una voz de mando como la de San.

¿Por qué el aroma de este desagradecido me había atraído tanto hasta el punto de nublarme el cerebro con una fina capa de neblina que no me permitía pensar más que en lo atrayente que era ese olor? No lo se, pero la verdad que es el Señor témpano de hielo no es muy agradable, por lo menos conmigo...


𝗠𝗘𝗟𝗧𝗜𝗡𝗚 𝗢𝗙 𝗦𝗡𝗢𝗪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora