#15 Separation and suicide

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Desde que llegue a este laboratorio he cambiado tanto que ni siquiera entiendo como sigo vivo, de repente deje de ser un omega normal y corriente, un niño que jugaba con sus coches a las carreras y disfrutaba ver las series infantiles en la televisión.  A ser un omega totalmente maduro en el estado mental, incluso mi celo se adelantó y lo pasé fatal. Mi madre... bueno ella ya ni siquiera me viene a ver, pero ya ni siquiera me importa, tengo a alguien que me hace la mejor compañía del mundo.

— ¡Sannie!—. La puerta de lo que era mi habitación se abrió mostrando a mi compañero de aventuras.

— Baja la voz, me estresas omega imbécil.

—Tan amable y cariñoso como siempre~—. Cerró la puerta con cuidado y se acercó a mí. —¡Oh! Por fin tus ojos se volvieron grises completamente y tu cabello ya es negro—. Sonreí al recordar que yo no estaba en esto solo, sino que San también había cambiado desde que le conocí.

—Ya sabes que mi proceso era más lento que el tuyo... pase de no ser nada a ser el Alfa más poderoso de todo, y sobre el cabello, mi padre me mandó a teñirlo, el proceso es lento y ya sabes... odia verme como alguien inferior—. Mordí mi labio con rabia, ese maldito hombre era horrible, todo lo que le hacía pasar a San era injusto y lo hacía por puro placer y solo para verse superior sobre los demás. Odio a ese tipo de personas, y aunque San parezca ese tipo de persona para nada lo es.

Cuando conocí a San, él era solo unos centímetros más alto que yo, su cabello era de un gris apagado, su piel era blanca como la nieve y sus ojos eran de un color amarillento especial. También cambió su actitud, ahora era mucho más serio y recto que antes, dejo de lado esa personalidad dulce e infantil para convertirse en un Alfa totalmente autoritario y amargado. Físicamente... Sana ahora tiene un tono de piel acanelado, precioso y reluciente. El cabello negro hasta los ojos y esas dos perlas grises que relucían debajo de todo ese pelo azabache

— No te pongas triste, San. Te ves muy bien así—. Acaricié su cabello delicadamente, no le gusta que le toquen, pero poco a poco se acostumbra a mi toque.

Cada vez San y yo nos volvíamos más cercanos, me preocupaba mucho su estado de ánimo y siempre intentaba que estuviera lo más sano posible. Él no visitaba demasiado el laboratorio, pero cuando venía solía pasar la mayoría de su tiempo junto a mí, cuanto más tiempo pasaba lejos de mí, peor se sintió mi lobo por algún tipo de razón. Durante todo ese tiempo solo pensé que San se había vuelto mi única compañía en este lugar frío y oscuro. Poco tiempo después pude volver a ver a mi madre después de tanto tiempo, se veía tan infeliz y demacrada...

Esa fue la última vez que estuve en el laboratorio junto a ella, nos tuvieron a mí y a San juntos en una habitación totalmente blanca por horas mientras nos observaban y hacían preguntas extrañas y fuera de lugar. Después de todo eso mi madre me mando a ir con ella a su despacho, allí se quitó su bata blanca y suspiro pesadamente.

— Nos vamos—. Me quedé totalmente sorprendido ante aquellas dos palabras.

— Mama... ¿Por qué no te vi en tanto tiempo?, te ves triste...—. Ella me lanzó una mirada llena de melancolía y simplemente recogió sus cosas.

La seguí en silencio hasta llegar a lo que parecía un parking subterráneo, mi cabeza estaba llena de preguntas que me gustaría hacerle a mama, pero a juzgar por su comportamiento y actitud, sería mejor no hacerlas. Pero había una que era demasiado recurrente y no podía sacar de mi cabeza.

— Mama... ¿Volveré a ver a San?—. Solté, mientras subía al coche.

— No lo se Wooyoung, tampoco es como si importara el hijo de ese maldito imbécil, seguro que es como su padre—. El coche empezó a moverse con velocidad mientras ella apretaba el volante con fuerza.

Estuvimos en el coche por un largo rato, dejamos el edificio en el que pasé tantos meses con rapidez, atravesamos un bosque bastante frondoso y por fin nos adentramos en la ciudad, algunas cosas estaban tan diferentes que a veces no podía reconocer ni donde estaba. Así fue durante un rato hasta que pude apreciar lo que solía ser mi casa, mama apago el motor del coche cuando estuvimos frente a ella y bajo con prisa.

— Vamos Wooyoung, ven—. Fui hacia las escaleras despacio. —Escucha hijo, quiero que sepas que siento mucho haberte llevado a ese lugar, nunca debería haberlo hecho...—. Las lágrimas empezaban a bajar por las delicadas mejillas de mi madre. — También siento dejarte aquí sin mí, pero es lo mejor que puedo hacer por ti, por favor prométele a mama que saldrás de esta casa en cuanto te sea posible en el futuro—. Un poco confundido asentí a lo que decía mi madre.

— Pero mama, ¿tú no vienes conmigo a casa?—. Ella se apresuró a negar con un gesto sólido.

Totalmente confundido le di un abrazo a mama sin imaginar que esté sería el último momento en el que pudiera sentir su cálido cuerpo contra el mío, ella acarició mi cabello con cuidado y delicadeza y lentamente se fue caminando hacia el final de la calle. Mi corazón se estrujaba del dolor al pensar que nunca más podría volver a verla, así que salí corriendo poco después de que ella se fuera, lo que nunca pensé ver fue a mi madre en el final de la calle, donde había un puente. Me quedé mirando su figura, ya que mi pequeño cuerpo se quedó congelado al ver a la persona que me había dado la vida saltando de ese puente. 


𝗠𝗘𝗟𝗧𝗜𝗡𝗚 𝗢𝗙 𝗦𝗡𝗢𝗪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora