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No es que pensara que no te puedes cuidar de ti misma. De hecho, era todo lo contrario; te había visto pelear, y eras aterradora. Más de una vez, incluso cuando el caos caía sobre ellos, se había tomado un momento para enviar una oración silenciosa de gratitud porque estabas de su lado, solo para no tener que enfrentar toda tu furia.
Pero también te había visto recién levantada y soñolienta, paseando por el complejo con pantuflas cómodas y suéteres de gran tamaño.
Siempre había sido un madrugador, y te habías acostumbrado a unirte a él en la mesa por las mañanas cuando regresaba de sus carreras. Ahogabas tus bostezos mientras tomabas una taza de café obscenamente grande, y por lo general le gusta eso. Le encanta tu dualidad; le encanta que puedas defenderte de los tipos de villanos a los que te enfrentas a menudo, pero también permitirte colapsar contra él en un ataque de risa.
Tal vez fue eso lo que lo atrajo de ti en primer lugar, esa dulzura. Siempre había sentido algo por las mujeres con un carácter fuerte, pero la forma en que te permitías ser tan vulnerable a su alrededor despertó partes de él que no había notado en años.
Cuando era pequeño, enfermo y débil deseaba desesperadamente ser lo suficientemente fuerte para cuidar de su madre. Había visto a Bucky coquetear y bailar, eso había albergado celos amargos de que había tantas cosas que su cuerpo no le permitía hacer.
Ahora había muy poco que su cuerpo no pudiera hacer, e incluso con toda la fuerza que tenías por tu cuenta dejaste que él te cuidara.
Esta noche estabas en mal estado. Tú y Bucky acababan de regresar de una misión prolongada. Ninguno de los dos resultó gravemente herido, pero Steve solo necesitó una mirada para darse cuenta de que estabas adolorida y cansada.
