Pérdidas

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Habían pasado solo 4 días desde el cumpleaños de Reid y desde que lo acompañé a su departamento, no lo había visto. Pedí unos cuantos días a Hotch quien no hizo muchas preguntas, después de todo, prácticamente ya le había contado toda mi vida.

Los días 2 de Noviembre, era un poco pesado para mí, no solo por el recorrido que daba visitando a algunas de las personas que más amo en el mundo, pero que ya no están conmigo.

Como Vincent fue transportado a Inglaterra, no tenía un lugar fijo que visitar, así que cada año sin falta, escribía varios datos curiosos y los dejaba en los lugares que me recordaban a él.

Para Sweets, iba al lugar donde esparcimos sus cenizas, me sentaba junto al gran árbol que ahí estaba y jugaba a buscar formas en las nubes así como lo solía hacer con él, esperando en algún momento poder encontrar su rostro entre ellas.

El final de mi viaje, era con mi abuelito Max. Estaba junto a mi abuelita Christine, me gustaba pensar que por fin estaban juntos sabiendo que mamá y mi tío Russ estaban a salvo y felices.
Me sentaba frente a su lugar con mi helado favorito y veía el momento donde la luna y el sol compartían espacio.

Mi Abuelito Max me decía que todos debemos tener un momento para detenernos y saborear nuestro helado favorito, eso le daba un poco de alegría a la vida. Así que desde esa ocasión, hasta el presente, todos los jueves son día de helado no importa dónde esté, incluso aunque sea un poco raro no compartir el momento con él. Y aunque lo visito un miércoles, este iba en su honor.

***

Al llegar a mi departamento solamente tuve energía suficiente para ponerme la pijama y hacerme bolita sobre mi cama con las cobijas encima.

El cansancio se hizo presente y mis ojos empezaron a cerrarse lentamente hasta hacerlo por completo. Fue ahí donde me quedé dormida y las pesadillas aparecieron de nuevo.

De pronto tenía 16 otra vez, entraba tierra por todos lados, se oían gritos a lo lejos. No sabía dónde estaba mi mamá, ni mi tío Hodgins, quería gritar pero no podía con todo eso alrededor. Mis manos se estiraban pero nadie las tomaba, quería salir de ahí. Algo se enrolló alrededor de mi tobillo, jalando de mí hacia abajo. La tierra hacía presión contra mí, como si quisiera aplastarme hasta desaparecerme, abría la boca para gritar, recordando al instante que no debía hacer eso.

Un ardor apareció rápidamente en mi garganta, sintiendo los pequeños cúmulos de tierra y piedras entrar hasta mis pulmones.
Seguía bajando, sintiendo mis piernas y manos raspandose, quería alejar todo de mí pero me encontraba inmovilizada. La ansiedad se hacía más fuerte y tomaba el control, algo me decía que estaba por llegar al fondo, así terminando todo.

De un momento a otro, toda esa sensación desapareció, nada jalaba de mi tobillo, la tierra se había ido y mi mamá se encontraba frente a todos en el escenario, cantando. El ambiente en el karaoke era tan familiar, y a la vez tan nuevo. Aplaudimos al ritmo de la canción, junto a mi tía Angie hacíamos algunos coros que fueron apagados por el ruido de un disparo.

Empezó a moverse todo en cámara lenta, vi a mi papá caer al suelo frente a mi mamá, como si hubiese tomado la bala por ella.
Mi mamá se acercó a él para presionar la herida, el momento de shock pasó para mí cuando vi movimiento en la entrada. Ahí estaba Pam, una de las personas a quienes entrevistamos en el caso que cerramos. El arma seguía en su mano, apuntando nuevamente hacia nosotros, hacia mi mamá.

No había dudado, en ninguna versión de esta pesadilla, en tomar el arma de papá y dispararle a Pam.
Ella caía al suelo, oía gritos por todos lados, la sirena de la ambulancia a lo lejos, y sentía la mano de Sweets alejar de mi mano el arma con la que maté por primera vez.

Creating a LegacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora