El guante rosa seguía allí. Nadie se había dignado en apartarlo del camino para que no se manchara, o en ayudar a encontrar la pareja, o aquella persona a la que perteneciera.
Esto se debía a que pocos lo vieron. Y de los que sí lo vieron, ninguno le prestó atención. Y el único que sí lo hizo, se dio por vencido antes de empezar a buscar.
Nadie sabía cómo había llegado. Pero allí estaba.
Y allí se quedaría.
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Pequeños fragmentos inconexos
Historia CortaTodos los días te cruzas con gente. Hay muchas personas a nuestro alrededor. Todas ellas, al igual que tú, llevan una historia dentro. ¿Te apetece que te cuente "Pequeños fragmentos inconexos" de esas historias?