Aquel árbol se había convertido en nuestro punto de encuentro. Pasábamos allí tardes enteras. O días incluso. Y parece que el árbol lo sabía.
Nos conocía a ambos.
Y lo sé porque, cuando tú te fuiste, el árbol y yo nos empezamos a marchitar a la vez.
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Pequeños fragmentos inconexos
Proză scurtăTodos los días te cruzas con gente. Hay muchas personas a nuestro alrededor. Todas ellas, al igual que tú, llevan una historia dentro. ¿Te apetece que te cuente "Pequeños fragmentos inconexos" de esas historias?