20. Reescribir

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Detrás de la sonrisa

Capítulo 20: Reescribir

Depende de ti y de mí, nadie puede decir lo que tenemos que ser.

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Marinette no podía dormir aquella noche. Moviéndose de un lado al otro, apenas y podía liberar su mente de pensamientos que le facilitaran el poder conciliar el sueño, pues había sido un día de muchas emociones: su enfrentamiento a Felix, qué hacer con los huecos que habían quedado en la familia de Adrien ahora que los miraculous habían salido de sus mentes, la visita a su tía... pero lo peor, era todo lo que vendría a partir de ahora.

Llegando a París, sabía que estaba obligada a darle a Adrien, el macarrón, pero que aún no había preparado porque se estaba aferrando al último recurso que tenía. Esta vez quería ser un poco egoísta, aferrarse a Adrien, a su amor, y disfrutarlo cuánto pudiera porque, aunque pudieran volver a enamorarse nuevamente, aunque pudieran seguir siendo Ladybug y Chat Noir, ya nada sería lo mismo, pues ella cargaría con las cicatrices y todo el mal, que él olvidaría.

Se giró sobre la cama y tomó su teléfono celular. No sabía si Adrien estaba dormido o no, pero le escribió.

«No puedo dormir»

Envió y dejó el teléfono boca abajo, y no tardó en recibir una respuesta.

«Yo tampoco, ¿quieres que vaya?»

Marinette apretó los labios ante la pregunta, pensando qué responder, afirmó y apretó la cara contra la almohada para no gritar. Un par de minutos después, su puerta se abrió y una linterna de celular iluminó su habitación. Era Adrien que, con una sonrisa nerviosa, movía su mano. Marinette sintió que quería llorar.

Adrien se acercó rápidamente y se sentó en la cama para que Marinette ocultara el rostro contra su pecho.

—Estoy aquí, princesa... estoy aquí.

Adrien solo la abrazó. Había sido un día muy pesado y la conocía... la conocía tan bien que estaba seguro de que todo era efecto de lo que había pasado con su tía y su primo, lo cual le recordaba que también tenía que hacer eso con él.

Subió sus piernas al colchón y se lanzó contra las almohadas, con Marinette en sus brazos, que aún sollozaba contra su pecho. Para calmarla, deslizó su mano derecha sobre la espalda de su novia y así, ambos se fueron quedando dormidos.

...

Marianne preparó el desayuno junto con Fu y fue a las habitaciones de invitados, a despertarlos, sorprendiéndose de que ambos jóvenes estuvieran ya en pie y vestidos para el día.

—¿Qué piensan hacer hoy? —les preguntó Marianne, cuando se sentaron a desayunar.

Adrien y Marinette se miraron, pues no tenían un plan en mente.

—¿No mencionaron ayer que querían recorrer la ciudad? —les recordó Fu— Londres tiene muchos lugares bonitos... —continuó sin mirarlos, echándole mermelada a una tostada—. Lugares para dejar recuerdos en sus memorias y en sus corazones.

—Señor Fu... —susurró Marinette y el anciano la miró con una sonrisa—... yo...

—No es egoísta quitarse la mochila de la espalda por una vez en la vida.

—Pero... cuando lo hacemos, pasan cosas terribles —susurró Marinette y Adrien solo la miró.

—Tal vez —el hombre observó su tostada—, pero también es necesario dejar de protegernos de las cosas que amamos y disfrutarlas. ¿No es así, Marianne?

Detrás de la SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora