10. Tomar el Riesgo

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Detrás de la sonrisa

Capítulo 10: Tomar el riesgo

Ni que el destino ni la soledad te venzan

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Ladybug se balanceaba durante el atardecer, por los techos parisinos con dirección a la mansión Agreste, cargando una pequeña canasta en su mano izquierda. Pensaba dejar a Adrien tranquilo e ir al día siguiente a hablar con él, pero su rostro demacrado la perseguía apenas cerraba los ojos, así que no podía esperar. Tenía que hacer algo ahora o temía que lo iba a lamentar por siempre.

Cuando finalmente llegó, se quedó observando las protecciones que cubrían las ventanas. Iba a balancearse para tomar impulso y patearlas, pero Plagg la detuvo de inmediato.

—¿Qué vas a hacer?

—Romper la protección y entrar —le dijo, como si aquello fuera obvio.

—No podrás romper las protecciones con una patada —le respondió—. Son de un material muy resistente, lo mejor que el dinero puede comprar, así que necesitas algo más poderoso —y cuando Ladybug vio la sonrisa del Kwami se asustó.

—No, Plagg, no —le advirtió, pero el Kwami se acercó a la ventana y sopló levemente, generando un ligero quiebre en la protección, que ahora podía ser rota sin problemas— ¿Cómo hiciste eso?

—Me gusta que me premien así que aprendí a controlarme —respondió, muy orgulloso de sí mismo. Ladybug le hizo una caricia en medio de las orejas, antes de tomar un poco de impulso e ingresar a la habitación.

Cuando finalmente se encontró dentro de la habitación del chico, lo buscó rápidamente con la mirada, pero se le prendieron todas las alarmas al no verlo en su habitación, pues tampoco recordaba haberlo visto en el patio de la mansión. Dejó la canasta y caminó un poco por la habitación, y cuando estaba llegando al escritorio y movió su rostro hacia al baño, vio algo que hizo que sus mejillas se pusieran del mismo tono del antifaz.

Adrien estaba dentro del baño, colocándose la camiseta de su piyama, la cual quedó a medio poner cuando vio a la chica, completamente sorprendido. Ladybug le dio la espalda, cubriéndose los ojos con ambas manos enguantadas, mientras el rubio salía del trance y terminaba de colocarse la polera.

Ladybug, avergonzada, casi podía escuchar la risa burlona de Plagg, mientras Adrien salía con una toalla sobre sus hombros, para secarse el cabello.

—¿Ladybug? —dijo, con un tono de voz sorprendido, pero cuando vio la ventana rota, frunció el ceño—. No quiero sonar grosero, pero ¿qué haces aquí y por qué rompiste mi ventana?

—Lo siento —dijo, volteándolo a ver, mientras el chico tomó el control remoto de los ventanales y los abrió, para que las protecciones se elevaran, sorprendiéndose de que la rota también lo hiciera sin problemas. No se molestó en volverlos a cerrar, pues la noche pronto llegaría a la ciudad así que ya no le importaba la luz.

Ahora que la luz exterior se reflejaba en el rostro de Adrien, Ladybug lo observó en completo estado de shock, pues el muchacho lucía mucho peor que en la tarde, donde solo estuvo iluminado por una luz más tenue. Al verlo tan abatido, sintió que su alma se partía en mil pedazos, sin poder creer lo afectado que estaba y no haberlo notado cuando se reunía con Cat Walker.

—¿No dirás nada más? —le preguntó.

—Es que estaba preocupada —le respondió—. Quería saber si todo estaba bien.

Detrás de la SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora