𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐒𝐇𝐄𝐃 | ᵛᵃⁿᶜᵉ ʰᵒᵖᵖᵉʳ ✓

ZERO

PILOTO

HAY MUCHAS palabras con las que Jordan podría describir a Vance Hopper. Algunas, sin limitarse a ellas, son: imbécil, hijo de puta, cobarde, idiota, arrogante y su favorita actual, 'un puto idiota'. Esas eran sus palabras más utilizadas contra Vance Hopper cuando se metían en una de sus peleas diarias.

A veces estas peleas terminaban en un derramamiento de sangre, otras veces los profesores los separaban antes de que la cosa se calentara más, pero hoy era diferente. En lugar de las habituales peleas matutinas que suelen acabar en violencia, los pasillos estaban tranquilos y pacíficos. Los alumnos que contenían la respiración esperando los comentarios sarcásticos que escucharían de los dos cuando Jordan Richards pasara por delante de Vance Hopper se liberaron al instante al ignorar al rubio.

Pero eso sólo provocaba más caos y conversaciones que sus habituales peleas, ¿por qué demonios se ignoraban el uno al otro? Esa era una pregunta para la que ambos tenían una respuesta sencilla, ambos estaban demasiado cansados. Aunque Vance estaba preparado para pelearse con ella cualquier mañana, esta mañana no era ese día, no había dormido nada en las últimas dos noches y entró a la escuela con un aspecto más pálido que el habitual, con la cabeza nublada y desorientada por su falta de sueño.

Por otro lado, Jordan parecía estar bien físicamente, pero definitivamente no estaba bien internamente. La cabeza le latía con fuerza, las luces de la escuela prácticamente la cegaban mientras se dirigía a tropezones al baño, dispuesta a vomitar cualquier contenido de comida y alcohol que hubiera ingerido la noche anterior.

En su estado actual, si alguno de los dos se viera envuelto en un conflicto, lo más probable es que no hubiera un ganador, ya que los dos estaban tan agotados que probablemente habrían caído inconscientes en el momento en que se hubiera lanzado el primer puñetazo, para desgracia de los demás estudiantes.

Jordan finalmente encontró el camino hacia los baños abandonados de las chicas en el segundo edificio de la escuela, las luces del interior eran mucho más tenues que las del pasillo.

Después de unos segundos de adaptación a la luz tenue que le entraba por los ojos, finalmente entró en un cubículo y cerró la puerta tras de sí, dispuesta a vomitar cualquier cosa que aún tuviera en su organismo.

Se inclinó sobre el retrete sucio, sólo le bastaron unos segundos de estar sentada encorvada para vomitar todo el contenido que le quedaba en el cuerpo, se recogió el pelo detrás de la cabeza para no mancharse, el alcohol por fin salió de su cuerpo después de seis horas mientras se apoyaba en la pared del baño.

El silencio era tranquilo, le resultaba extraño. Por una vez no tenía los gritos de los estudiantes, los chicos más jóvenes corriendo a su lado, sus propios pensamientos consumiéndola, el sonido de las narices rompiéndose y los sonidos de los ánimos de los estudiantes que se amontonaban a su alrededor. Aquí dentro, estaba sola con sus pensamientos, normalmente el silencio por sí solo sería suficiente para que se levantara y empezara a moverse, pero hoy no.