Capítulo 28

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—Hola, me llamo Beatrix —dijo con dulzura—. No entendí tu nombre.

—Será porque nunca te lo dije —respondió Agatha, con la mirada clavada en el piso.

—¿Estás segura de que estás en el lugar correcto? —preguntó Beatrix, con más dulzura todavía.

Agatha buscó una palabra en su mente, la palabra que necesitaba, pero todavía era confusa.

—Yo... este...

—Tal vez nadaste hacia la escuela equivocada —indicó Beatrix con una sonrisa.

Agatha recordó la palabra: distracción.

Agatha clavó la mirada en los ojos deslumbrantes de Beatrix.

—Esta es la Escuela del Bien, ¿verdad? ¿La legendaria escuela para niñas maravillosas y dignas que están destinadas a ser princesas?

—Ah —dijo Beatrix, frunciendo los labios—. ¿Entonces no estás perdida?

—¿O confundida? —aportó otra muchacha de piel aceitunada y pelo color azabache.

—¿O ciega? —propuso una tercera, con marcados rizos color negro rubí.

—En ese caso, seguramente tendrás tu pase para el Metro Floral —dijo Beatrix.

Agatha pestañeó.

—¿Mi qué?

—Tu boleto para el Metro Floral —explicó Beatrix—.

¿Entiendes? Así fue como todas llegamos hasta aquí; solo las alumnas aceptadas oficialmente tienen boletos para el Metro Floral.

Las niñas, al unísono, levantaron grandes boletos dorados, donde estaban escritos sus nombres con letra caligráfica y aparecía el sello del Director, con un cisne blanco y negro.

La escuela del bien y el malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora