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—Los Siempres son los que llamamos bienhechores, encanto —le explicó Dot a Sophie
—. Ya sabes, todas esas tonterías sobre ser felices para siempre.
—¿Entonces ustedes son «Nuncas»? —preguntó Sophie, al recordar las columnas con
leyendas en el salón de las escaleras.
—Es la abreviatura de «Nunca Más» —respondió Hester, complacida—. El paraíso
de los malhechores. En Nunca Más tendremos poder infinito. —Controlaremos el tiempo y el espacio —observó Anadil. —Adoptaremos nuevas formas —añadió Hester. —Escindiremos nuestras almas.
—Conquistaremos la muerte.
—Allí solo ingresan los villanos más malvados —explicó Anadil.
—Y lo mejor es que no hay nadie más. Cada villano tiene su propio reino privado. —La soledad eterna —proclamó Anadil.
—Parece un suplicio —opinó Sophie.
—El resto de las personas es un suplicio —objetó Hester.
—A Agatha le encantaría ese lugar —murmuró Sophie.
—Gavaldon... ¿está cerca de las colinas de Pifflepaff? —preguntó Dot con
displicencia.
—¡Pero por el amor de Dios, no está cerca de nada! —protestó Sophie. Levantó su horario,encuyapartesuperiordecíaSOPHIE DEL BOSQUE LEJANO.—Gavaldonqueda más allá del bosque, está rodeada de bosque por todas partes.
—¿El Bosque Lejano? —repitió Hester.
—¿Quién es tu rey? —quiso saber Dot.
—No tenemos rey —respondió Sophie.
—¿Quién es tu madre? —preguntó Anadil.
—Mi madre está muerta —dijo Sophie.
—¿Y tu padre? —interpeló Dot.
—Trabaja en el molino. Pero todas estas preguntas son muy personales...
—¿Y a qué familia de cuento de hadas pertenece tu padre? —interrogó Anadil.
—Esa sí que es una pregunta extraña. Ninguna familia es de un cuento de hadas. Él
viene de una familia normal, con defectos normales. Como cada uno de sus padres. —Lo sabía —Hester dijo a Anadil.
—¿Qué cosa sabías? —indagó Sophie.
—Solo los Lectores son así de estúpidos —Anadil respondió a Hester.
A Sophie la consumió la indignación.
—Perdón, pero no soy yo la estúpida aquí si soy la única que sabe leer, así que, ¿por qué no se miran al espejo, es decir, si pudieran encontrar uno...?
Lectores.
¿Por qué aquí nadie parecía echar de menos a su familia? ¿Por qué todos nadaron hacia los lobos en el foso, en lugar de huir para salvar su vida? ¿Por qué no gritaron por sus madres o intentaron escaparse de las víboras que había en el portal? ¿Por qué todos sabían tanto sobre esta escuela?
¿A qué familia de cuento de hadas pertenece tu padre?
La mirada de Sophie se posó en la mesita de noche de Hester. Junto a un jarrón con flores secas, una vela con forma de garra y una pila de libros —Cómo burlarse de los huérfanos, Por qué los villanos fracasan, Errores comunes de las brujas— había un portarretrato de madera retorcida. Dentro había un dibujo infantil de una bruja frente a una casa.
Una casa hecha de jengibre y caramelo.
—Mamá era ingenua —dijo Hester apoyada en el marco. Parecía esforzarse por recordar—. ¿Un horno? ¡Por favor, es mejor echarlos a una parrilla, así se evitan complicaciones! —Su rostro adquirió una expresión más severa—. A mí me irá mejor.

La escuela del bien y el malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora