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Una semana ha pasado, y todavía no entiendo nada. Estoy frustrada con Hange porque me quitó el móvil para que nadie pudiera rastrear mi ubicación. La soledad es abrumadora. Me siento incómoda en esta mansión, especialmente porque Hange está casi siempre fuera y solo tengo breves encuentros con Levi. Aunque parece un hombre interesante, Nico es mi único consuelo.

—Enana, ¿podrías llevarle esto a Levi? —Hange me pasó una taza de té negro, que suponía que era lo que él siempre bebía.

—Claro —murmuré con voz baja.

Me dirigí al despacho de Levi, esas enormes puertas parecían intimidantes. Sabía que pasaba la mayor parte del tiempo allí, saliendo raramente para comer o descansar.

Toqué la puerta tres veces, sin respuesta. Volví a tocar, pero seguía sin respuesta. Decidí entrar, a pesar de mi inquietud.

Lo que vi me paralizó: una mujer desnuda saltando sobre Levi, él jadeando. Mi corazón se aceleró y la falta de oxígeno me hizo sentir mareada. Salí corriendo, temblando, recordando cada detalle con horror. Lloré en silencio mientras llegaba a la cocina, dejando la taza allí sin que Hange se diera cuenta. Corrí a mi habitación y abracé a Nico mientras las lágrimas caían.

No sé cuándo me dormí, ni cómo terminé en mi cama tapada.

—Por fin despiertas, bella durmiente —la voz de Hange tenía un tono de diversión que no me hacía reír.

—¿Ocurre algo? —me preguntó al notar mi falta de sonrisa.

—No, tranquila —mentí.

—Bien —dijo, aunque no estaba convencida—. Sé que llevas mucho tiempo sin salir y esperabas algo diferente, pero ¿te apetece cenar en nuestro sitio favorito? —sonrió.

—Claro —dije, con la esperanza de que la noche cambiara las cosas.

—Quiero que estés lista en media hora —se emocionó.

Me preparé rápidamente, me duché, elegí ropa cómoda y sencilla. Al bajar las escaleras, me encontré con Levi, hablando por teléfono en el salón, un lugar raro para él.

Cuando notó mi presencia, su mirada se posó en mí, examinando cada detalle de mi atuendo. Nuestros ojos se encontraron, y me perdí en esos intensos ojos azules. Los recuerdos del momento incómodo en su despacho inundaron mi mente, y rápidamente rompí el contacto visual. Levi desvió su mirada y continuó su llamada mientras se dirigía a su despacho.

—¿Ya estás lista? —la voz de Hange me sacó de mis pensamientos.

Asentí, y Hange me tomó de la mano para llevarme al lugar que albergaba tantos recuerdos.




ㅤt̷t̷x̷x̷_h̷o̷n̷e̷y̷ 🃨

𝕸𝖎𝖊𝖉𝖔//Levi AkermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora