𝐗𝐈𝐕

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CYNTHIA

Los días siguientes a mi despertar fueron una montaña rusa de emociones y sensaciones. Mi cuerpo, aunque recuperándose, seguía sintiéndose frágil, como si cada movimiento me recordara lo cerca que había estado de no volver. Cada día Levi estaba ahí, sentado cerca de mi cama, siempre en silencio, observándome con esos ojos grises que no dejaban ver mucho, pero que parecían decirlo todo.

Empecé a recuperar la movilidad lentamente. Primero fueron los dedos de las manos, luego las piernas. Los médicos venían y me hacían chequeos diarios, hablaban sobre el progreso que estaba haciendo y mencionaban la posibilidad de fisioterapia para ayudarme a volver a caminar con normalidad. Era frustrante, porque, aunque mi mente parecía estar más despierta, mi cuerpo aún no respondía como yo quería. Pero Levi... Levi nunca mostró impaciencia, ni presión, solo se aseguraba de que estuviera cómoda, que tuviera todo lo que necesitaba.

Sin embargo, con cada día que pasaba, las preguntas seguían creciendo en mi mente. ¿Por qué había estado allí cuando explotó la bomba? ¿Quién había querido hacerle daño a Levi a través de mí? Y más importante aún, ¿por qué Levi se preocupaba tanto? Él era siempre distante, frío, impenetrable. Pero ahora, su presencia constante me hacía cuestionar esa imagen. Algo había cambiado entre nosotros, algo que ni siquiera yo entendía del todo.

Una tarde, cuando la luz del sol comenzaba a colarse por las cortinas de la habitación, me animé a preguntarle. Levi estaba sentado, como siempre, en su silla junto a la cama. Estaba revisando su portátil, con el ceño fruncido, concentrado en algo importante, cuando me decidí.

—Levi... —comencé, mi voz aún algo débil pero más fuerte que los días anteriores. Él levantó la vista de inmediato, sus ojos encontrando los míos con esa intensidad que nunca desaparecía.

—¿Qué pasa? —preguntó en su tono habitual, seco pero atento.

—Quiero saber... por qué —dije, haciendo una pausa para tomar aire—. ¿Por qué estabas tan cerca de esa bomba? ¿Y por qué te has quedado aquí conmigo todo este tiempo?

Levi cerró la tapa del portátil con un chasquido suave y se inclinó hacia adelante, sus codos apoyados en sus rodillas, las manos entrelazadas. Me miró fijamente, como si estuviera evaluando cuánto decirme. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente habló.

—Porque es mi responsabilidad —respondió, sus palabras directas y llenas de un peso que no podía ignorar—. Lo que pasó fue por mi culpa. Alguien me quiere fuera del camino, y usar a la gente que me rodea es la manera más fácil de hacerlo. No podía dejarte sola, no después de que casi te matan por algo que estaba destinado a mí.

Lo miré, procesando lo que acababa de decir. Sabía que Levi no era alguien común, pero escuchar que alguien había intentado matarlo, y que yo había sido el daño colateral... eso me hacía sentir aún más vulnerable.

—Pero... —comencé, sin saber cómo continuar—. Tú no tienes que quedarte aquí conmigo. Yo...

—Sí, tengo que hacerlo —me interrumpió. Sus ojos se entrecerraron ligeramente, como si no entendiera por qué estaba dudando de eso—. Cynthia, casi te pierdo. Y no voy a permitir que eso vuelva a pasar.

Mi corazón latió más fuerte en mi pecho. Esa declaración, tan simple y directa, me tomó por sorpresa. Levi siempre había sido protector, pero esta vez había algo más en su voz. Algo personal. Sentí un nudo formarse en mi garganta y aparté la mirada, incapaz de sostener la intensidad de su mirada.

—¿Por qué te importa tanto? —pregunté en voz baja, casi sin querer que él me respondiera.

Levi permaneció en silencio por unos segundos más, y luego, en un movimiento lento, se levantó de la silla. Se acercó a la cama, y sentí cómo mi respiración se volvía irregular. A pesar del dolor en mi cuerpo, todo lo que podía sentir era la cercanía de él. Se inclinó ligeramente, apoyando una mano en el borde de la cama, y cuando volví a mirarlo, sus ojos estaban más suaves, menos fríos de lo que jamás los había visto.

𝕸𝖎𝖊𝖉𝖔//Levi AkermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora