𝐗𝐈𝐈

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Cuando regresé con el médico y Hange, mi corazón latía con fuerza, no sabía si por el miedo o por la esperanza de que Cynthia finalmente despertara. La habitación estaba en completo silencio, salvo por el tenue pitido de las máquinas que monitoreaban sus signos vitales. Al acercarme, vi cómo sus dedos se movían ligeramente de nuevo, casi como si intentara aferrarse a algo, como si buscara volver.

—¡Está reaccionando! —exclamó el médico con una mezcla de sorpresa y alivio mientras se acercaba a revisarla.

Hange se quedó a mi lado, su habitual energía disminuida por la preocupación. Observaba con una seriedad inusual, claramente afectada por la situación. Me quedé mirando el rostro de Cynthia, esperando algún otro signo de vida, alguna señal de que volvería a nosotros. Mientras tanto, el médico comenzó a realizar una serie de chequeos rápidos, monitoreando sus signos vitales y observando los reflejos en sus extremidades.

—Todo parece estar dentro de lo esperado —dijo el médico después de un momento. Hange suspiró, pero yo no me permití relajarme todavía.

—¿Cuándo crees que despierte por completo? —pregunté sin apartar la mirada de ella.

—Es difícil de decir —contestó el médico—, pero este es un buen signo. Puede que despierte en las próximas horas o días. Sin embargo, cuando lo haga, podría estar desorientada o no recordar todo con claridad.

Eso hizo que me pusiera más tenso. ¿Y si no recordaba nada? ¿Y si no recordaba lo que pasó, lo que había entre nosotros antes de la explosión? No sabía cómo manejaría eso, pero lo que sí sabía era que no la dejaría sola en esto, no ahora.

Hange me dio una palmada en la espalda.

—Vamos, Levi. Ella va a estar bien. Es fuerte. Como tú.

Yo no respondí. Solo me quedé allí, observando el rostro de Cynthia en ese letargo profundo. El médico nos pidió que le diéramos algo de espacio mientras monitoreaban su progreso, así que Hange y yo salimos de la habitación, aunque mis pensamientos seguían con ella. Afuera, Hange me miró con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Sabes, nunca pensé que te vería así, Levi. —Sonrió levemente, pero luego su expresión se suavizó—. Lo que sientes por ella... es obvio.

Me giré para mirarla, algo molesto por su comentario. Pero no podía negarlo ella era...especia. Hange siempre fue buena leyendo a la gente, y en este caso, no había nada que ocultar. No respondí de inmediato, solo la miré fijamente.

—. Ella no se merece todo esto. Está en medio de algo que no debería haber tocado jamás.

Hange asintió, entendiendo.

—El paquete. —Murmuró, como si la sola mención de aquello trajera una nube oscura sobre nosotros.

—Exacto. Aún no sé qué demonios estaba haciendo esa bomba en mi oficina, pero te aseguro que lo descubriré. Y cuando lo haga... —dejé la amenaza en el aire, pero sabía que Hange entendía perfectamente lo que quería decir.

Había alguien detrás de todo esto, y quien fuera, no sabía en qué se estaba metiendo.

Hange me miró por un momento antes de soltar un largo suspiro.

—Sabía que esto no iba a acabar así de fácil. —Su tono serio me indicó que estaba lista para lo que venía.

Nos sentamos en la sala de estar fuera de mi habitación, en silencio por un tiempo, como si las palabras no fueran suficientes para lo que estaba pasando. Las imágenes de Cynthia, inconsciente en esa cama, seguían rondando mi mente, pero había otra cosa que no podía ignorar: el paquete. Esa bomba en mi oficina, unos de los lugares más protegidos que tengo sobre todo desde que llego Cynthia, ¿cómo había llegado hasta allí? Y peor aún, ¿por qué?

𝕸𝖎𝖊𝖉𝖔//Levi AkermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora