𝐗𝐈

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Levi

El grito de Cynthia atravesó el aire, cada nota cargada de terror y desesperación. Mi corazón latía con una velocidad frenética. No podía permitir que le pasara nada, no podía fallar.

Entré en su habitación lo más rápido que pude, seguido de Hange y Erwin. Sin pensarlo, saqué mi pistola y eliminé a dos de los atacantes. Mi mirada recorrió la habitación en un segundo, y ahí estaban: la estaban llevando. No podía permitir que se la llevaran.

Con la ayuda de Hange y Erwin, eliminamos a los cuatro hombres restantes y corrí hacia el balcón, donde uno de ellos intentaba bajar a Cynthia con una cuerda.

—¡¿Qué demonios te crees que estás haciendo?!—le grité al hombre con furia.

El tipo me miró aterrorizado e intentó apresurarse, pero antes de que pudiera descender más, le disparé en la cabeza.

Me lancé por la cuerda con la velocidad de un rayo, y a lo lejos vi cómo dos furgonetas sin matrícula se alejaban a toda prisa.

—Cynthia—la llamé, desesperado por encontrar una reacción en ella.

Al ver su pulso débil y su respiración apenas perceptible, mi miedo se intensificó. No podía perderla.

Cynthia

Abrí los ojos lentamente, sintiéndome desorientada. Al girar la cabeza, vi a Levi sentado a mi lado, su expresión concentrada mientras escribía en su móvil. Nuestros ojos se encontraron, y por un momento, el tiempo se detuvo.

—¿Cómo te sientes?—preguntó, su voz cargada con su típica calma, pero con un matiz de preocupación.

—No... no recuerdo qué ha pasado—respondí, mi mente aún nublada.

—Intentaron secuestrarte—dijo con tranquilidad, como si la noticia no fuera un golpe devastador.

—¿A mí? ¿Por qué?—mi cabeza estaba llena de preguntas, y la confusión se apoderaba de mí.

—Eso estamos tratando de averiguar—respondió, levantándose de la silla. —Es mejor que descanses.

—Espera, no me dejes sola, por favor—le pedí, mi voz temblando con el miedo de que pudiera volver a ocurrir algo terrible.

Levi me miró sin expresión, sus ojos recorriéndome de manera intensa, como si estuviera desnudándome sin tocarme. Me sentía completamente expuesta bajo su mirada.

—Está bien—suspiró, volviendo a sentarse a mi lado.

—Acuéstate conmigo, por favor—le rogué con una voz débil, casi un susurro.

Levi volvió a mirarme, sus ojos no tan oscuros como de costumbre, con un brillo que me era nuevo. Asintió después de pensarlo un momento y se acostó a mi lado. Observé cada detalle de su rostro, absorbiendo su cercanía, hasta que sin darme cuenta, me quedé dormida.

Al día siguiente, me desperté sin problemas. Levi no estaba a mi lado, y me sentí algo avergonzada por haberle pedido que durmiera conmigo, pero necesitaba su presencia. Dormí más tranquila que en mucho tiempo, sintiéndome segura y en casa.

Bajé las escaleras y me encontré con Nico, que me miraba con una expresión alegre que me hizo sonreír. Fui a la cocina, Nico a mi lado, y me preparé un café para disfrutarlo mientras leía en el jardín.

Cuando solté la taza en la mesa, vi a Petra salir por la puerta principal con Levi, abrochándose la camisa. Una punzada de dolor recorrió mi pecho sin razón aparente, y aunque intenté actuar con normalidad, no pude evitar desviar la mirada.

Levi y yo nos cruzamos por un momento, y sentí una ola de emociones que me empujó a recoger mi libro y mi taza y regresar rápidamente al interior. Me tumbé en la cama, tratando de entender por qué mi cuerpo reaccionó de esa manera.

Decidí darme una ducha ligera para despejarme. Mientras me secaba y me miraba en el espejo, noté las cicatrices y defectos en mi cuerpo. Suspiré antes de ponerme la ropa interior. Con solo la ropa interior puesta, me cepillé el cabello, pero me detuve al ver una sombra detrás de mí. Al reconocer esa presencia, mi piel se erizó y un rubor se extendió por mis mejillas.

Miré hacia atrás y encontré a Levi, con una mirada que no había visto antes: una mirada llena de deseo y anhelo. Era como si estuviéramos atrapados en un bucle de miradas, donde cada uno absorbía al otro.

Levi se acercó lentamente, y aunque sentía nervios, no me sentía incómoda. Era una sensación nueva y desconcertante. Cuando Levi estaba lo suficientemente cerca, pasó un mechón de cabello detrás de mi oreja con una ternura inesperada.

Nuestros ojos se encontraron nuevamente, y sentí una oleada de sensaciones, como cosquillas en el estómago. Pero justo cuando el momento parecía perfecto, alguien llamó a la puerta de mi habitación. Levi apartó la mirada despacio, su expresión volviendo a su neutralidad habitual. Sin una palabra, se alejó, dejándome con una mezcla de confusión y un dolor punzante en el pecho.                                                           

t̷t̷x̷x̷_h̷o̷n̷e̷y̷ 🃨

𝕸𝖎𝖊𝖉𝖔//Levi AkermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora