Capítulo 9

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- ¿Dónde está tu padre? - Me preguntó por milésima vez sacándome la cabeza del agua, tosí como loco tratando de expulsar el muy poco agua que me tragué al dejar de luchar. 

Cuando te estás ahogando, te aguantas el aliento, luchando contra la muerte y aguantas. Aguantas hasta que ya no puedes seguir luchando, te das por vencido y dejas de pelearte. Haciendo que el agua se meta en los pulmones, preparado para morir. Pero no en mi caso, en mi caso es hasta que dejes de luchar. Me sacan la cabeza, para volver a hundírmela. 

- E-Espera.. - Dije entre la tos antes de que me volviera a meter, escupí agua restante en mi cuerpo, estaba atado a una silla y una luz clandestina arriba de mi cabeza, solo iluminando ese sitio de la habitación. - Está... Está... - Empecé a decir buscando a quien sea que me estuviera torturando esta vez. - En el estanco.. - Dije riéndome. 

- ¿Te hace gracia, Horacio? - La voz se convirtió en una de mis peores pesadillas, abrí más los ojos haciendo contacto visual con él. Viktor Volkov. 

Abrí los ojos de golpe interrumpiendo la pesadilla mientras gotas de sudor recorrían mi cuerpo y mi respiración agitada. Suspiré mirando donde estaba.

Me encontraba en mi habitación, me levanté a por agua para calmarme los nervios un poco, menudo sueño más surreal.

Abrí la nevera, quedándome congelado cuando sentí un objeto frío y duro en la parte baja de la espalda, haciendo que congelara los movimientos.

- ¿Me echabas de menos? - Murmuré sin mirarle, sabiendo de sobra ya quien iba a ser.

- ¿Cómo se te ocurre? - Dijo él también en un murmuro, hablándome en la oreja.

- ¿Cómo se encuentra el cojo?

- Cómo te vas a encontrar tu. Igualito.

- Oye, ¿no te parece un poco acosador eso de entrar a mi casa? Tipo si quieres dormir haciendo la cucharita me hubieras avisa- - Me hizo más presión en la espalda.

- Cállate, imbécil. - Dijo quitando el arma de mi cuerpo, retrocediendo. - Sabía que no te iba a importar mucho que te fuera a hacer algo a ti. Así que, ojo por ojo.. - Dijo mirando hacia el salón, me fui deprisa hasta la sala de estar.

Estaba el italiano atado con las manos atrás de la espalda sentado en una silla, con la boca tapada con cinta aislante.

- ¿Eres subnormal? - Le pregunté a Volkov yendo hacia Carlo quitándole la cinta de la boca para que pueda hablar.  - ¿Y tú que haces aquí?

- Aquí la rata está que me ha secuestrao' mientras estaba de fiesta. - Dijo suspirando, estaba medio drogado. Perfecto.

Me di la vuelta hacia el ruso, estaba apuntandole a Carlo, miré hacia donde apuntaba. A la pierna.

Me puse más delante. - Ni se te ocurra eh. - Le reñí - Tío. ¿No ves que la alfombra es blanca? Me ha costado una fortuna. - Dije cogiendo al italiano por la silla arrastrandolo hacia donde el suelo ya no se cubría de alfombra, dejando un Volkov muy confundido atrás mía.

- Serás hijo puta. - Murmuró Carlo, le di dos palmaditas en la mejilla para que espabile.

- ¿Piensas que es buena idea, secuestrar a un mafioso y amenazar a otro? - Le dije cogiendome una silla sentandome al lado del italiano, el aún estaba con el arma en alto apuntando al rubio.

- Así que lo admites.

- ¿El qué?

- Que eres mafioso.

- A ver... ¿A ti el puesto del FBI te lo han dado con un pack de cereales o cómo está la cosa? -Le dije riéndome. - Llevo un arma encima siempre, me pillaste con drogas encima... no puedes ser tan tonto. - Negué con la cabeza, se acercó más a Carlo.

El otro lado. (Volkacio AU).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora