Me desperté de golpe cuando sentí esa sensación de calidez abandonarme el pecho.
- Perdón.. nos hemos dormido.. tengo que ir a trabajar. - Dijo acomodandose la ropa, me levanté tratando de quitarme el sueño de recién despierto.
- Esperate y te llevas algo para por el camino. - Murmuré yendo a la cocina.
- No hace falta.
- Toma. - Le dije dándole una manzana verde. Como sabía que le gustaban. - Cometela eh. - Le avisé, me sonrió cogiéndola asintiendo.
- Te lo prometo. - Dijo dándome un pequeño beso en la frente quedándose congelado, congelandome a mi tambien todo el cuerpo.
Mis ojos cerraron como reflejo, tenía ganas de llorar.
- Hostia, disculpa eh.. em.. - Dijo apartándose de golpe, le miré intentando sonreír.
- No.. N-No pasa nada. - Murmuré mirando a otro lado. Se fue hacia la puerta delantera. - Viktor. - Le llamé mirándole ahora, me miró curioso.
- Cuando sea el momento, no me hagas matarte. - Le dije, me medio sonrió abriendo la puerta.
- A mi también me importas, Horacio, cuidate. - Dijo, después de eso se fue cerrando la puerta. Suspiré volviéndome a sentar en el sofá.
¿En qué me he metido? Me acerqué a él con la idea de sacar información, pero me estoy metiendo en un agujero.. en un agujero que no sé yo si podré salir de esto.
Me volví a acostar en el sofá unas horas más, echando de menos la temperatura corporal de la persona que estuvo durmiendo conmigo.
El teléfono me volvió a sonar, me levanté de golpe cogiéndolo, era Carlo.
- Ey, te tenemos una sorpresiva, vente. - Dijo y colgó, después me mandó una ubicación. Esto no puede ser bueno.
Me duché rápidamente, vistiéndome lo usual, todo de negro. Cogí el coche y fui a la ubicación, era un tipo de embarcadero abandonado, salí del coche sintiendo un mal presentimiento dentro de mis tripas.
Vi el circulo de la mafia, estaba Cejas, Golondrina, Carlo, Valentina... Mi padre.. ¿Qué hace él saliendo de la sede? Me acerqué más para ver que estaban rodeando y allí es cuando lo vi.
Había alguien arrodillado con el uniforme del FBI, idéntico al de Viktor, tapado para que no se vea en absoluto de quien se trataba.
- ¿Qué hacéis? - Pregunté, traté de que mi voz no temblara pero era muy difícil, mis piernas se sentían como si me fueran a traicionar en cualquier momento.
- ¡Buenos días hijo! ¡Te traemos un regalito! - Dijo señalando al agente del FBI, le miré a él y después al agente.
- ¿Qué haces tú aquí con un agente del FBI? Te ha visto ya.
- No pasa nada, porque este va a morir. - Dijo sacando su arma, me congelé, ¿Qué hace? ¿qué dice? - Pero, ¿como regalo? Lo vas a matar tú. - Me dijo dándome el arma, miré el arma y le miré a él.
- ¿Desde cuando matamos a alguien porque si? - Dije en un murmullo, no me atrevía a elevar más la voz.
- ¿Dónde está ese monstruo del que me hablabas hace unos días? Va, mata a este hijo de puta.
- ¿Quién es?
- ¿Por qué te importa? Es un puto poli. - Dijo forzándome a coger el arma, agarrándome fuerte de la muñeca para forzar el arma en la palma de la mano.
- Porque quiero saber a quién mato. - Dije mirando de reojo a aquel agente del FBI, arrodillado en frente nuestra, con las manos en la cabeza mirando hacia abajo, no se podía ver ni los ojos, solamente como su pecho subía y bajaba rápidamente.
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El otro lado. (Volkacio AU).
FanficHoracio Pérez, el rayito de sol por donde pasa. Esto no era distinto en su infancia, desde los 16 años, empezó una relación amorosa con el ruso de su instituto. Viktor Volkov. Su padre tuvo que partir abruptamente de su familia, entonces Horacio se...