Capítulo 3: Odio.

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Aviso: algunos capítulos como este contienen temas delicados de violencia o abuso. ⚠️

Me encontré la casa vacía, iluminada por la poca luz que entraba a través de la ventana.

Conforme fui adentrándome más, observé el plato con restos de comida sobre la mesa, sin embargo mi padre no estaba aquí.

Solté un suspiro de cansancio.

Sabía que si él se encontrara en casa estaría alguna luz encendida, aunque fuera la de la televisión. No entiendo porque no está, es obvio que ha comido pero él no tenía nada que hacer esta tarde, la tenía libre.

Antes de que siguiera mi recorrido a la cocina mi móvil vibró en mi bolsillo, observé la pantalla iluminada indicando la llegada de un mensaje.

Noah:
Recuerda que hoy tenemos turno :)

Maldita sea.

Se me había olvidado que tenía turno en el restaurante, menos mal Noah tenía la costumbre de recordarme las cosas.

Mire la hora del reloj, marca las 4 en punto, solo tengo media hora para prepararme y salir.

••••

Llegué unos minutos tarde, aún en el intento de hacerme una coleta alta pero se escaparon algunos mechones negros de nuevo. Entré en la cocina y el desorden me recibió con los brazos abiertos.

A lo lejos divisé a un hombre canoso de espaldas, haciendo señales con las manos que entendí que serían órdenes. Sin siquiera darse la vuelta, supo que estaba allí.

— Adams, ponte a limpiar este caos, ¡ya! — La voz enfurecida y ronca de mi jefe resonó por toda la cocina, provocando que varias personas se devolvieran a mirarme. Esta vez sí se dio la vuelta manteniendo sus ojos oscuros fijos en los míos.— Es ya la tercera vez este mes que llegas tarde, ¿cuál es tu excusa?

— He tenido un contratiempo. — Me limité a decir.

— ¿Tú crees que me importan tus malditos contratiempos? — Gritó mientras hacía gestos exagerados con las manos de forma exasperada. Luche por contenerme de responder de malas maneras.

Ya estamos otra vez, siempre parece que se descarga conmigo. Como si necesitara una confirmación, entró otro trabajador, el cual también había llegado tarde porque apenas se estaba poniendo una bata de cocina de forma simple y relajada, nos saludo a ambos mientras siguió su camino. Andrew (mi jefe) le devolvió el saludo, pero sin malas caras ni la mala educación que estaba usando conmigo.

Apreté fuertemente los dientes para evitar protestar, terminé por hacer lo que me ordenó en un principio entre tanto él maldecía mil veces sin molestarse en bajar la voz.

Esto solo reafirmaba mi opinión del resto: que la gente es muy castrante.

A las horas comencé a preparar las mesas, mientras llegaban algunos clientes. A mi lado no tardó en aparecer un corpulento pelinegro con una libreta en mano.

— Buenas tardes, Lala.

— Hola, Noah.

— ¿Te he dicho ya que hoy vas preciosa? — No sabía qué responder así que solo asentí varias veces. El cumplido era penoso a parte de mentira, sin embargo él quería ayudarme con mi cara de odio al mundo. — ¿Todo bien? Después de tremenda riña... Creo que incluso desde aquí se ve que le sale humo por las orejas. — Señaló al viejo cascarrabias, quien estaba peleando con otro empleado.

Pobre chico.

Exhale con fuerza el aire que contenía.

— No, no estoy nada bien siendo sinceros, hoy tengo menos ganas de existir que de costumbre. — Solté realmente molesta por todo.

Antes de que te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora