Dos jovenes enamorados se reunían a menudo, esta vez las horas del reloj volaron, escapándose de sus manos.
Sentados en el mirador donde se encontraban cada tarde, se detuvieron a observar la ciudad iluminada por las luces de los edificios y las farolas de las calles, ajenos al ruido de las zonas urbanas.
— ¿Quien fue esta vez? — Inquirió con cierta angustia, que no demostraría.
— Adivina. — Fingió un tamborilero antes de decir. — Mi madre.
Ella hizo una mueca de disgusto.
— Bueno creo que realza el color de tus ojos. — Se encogió de hombros. — Lo siento mucho.
Siguió observando el morado que él traía en el ojo, era de un tono verdoso y lo tenía hinchado del golpe.
— No eres tú quien me dio el puñetazo. — Sonrió irónicamente.
— Gracias igualmente.
Ya estaba acostumbrado a recibir este tipo de golpes, aunque en el fondo eso le doliera.
Después de un rato en silencio él ojeó el satélite alejado de la Tierra y recordó algo que quiso haber dicho hace tiempo.
— La luna esta preciosa hoy. — Declaró con el corazón en la mano el pelinegro, devolviéndose a mirar a la chica de pelo cobrizo.
— Hoy lo está más que nunca. — Sonrió perdiéndose en el azul océano de los ojos que la observaban.
Cuando sus ojos se encontraron comprendieron que ambos hablaban con sinceridad.
El chico sentía pesado su corazón después de la declaración, no pudo evitar pararse a pensar en lo que eso conllevaba.
Arrastrarla con él a su desastre y él temía a eso, por que la quería, o lo que creía que era querer.
— Evelyn... no deberías hacerlo.
Ella funció el ceño ante ese último comentario. No opinaba igual, siempre creyó que podían hacerlo todo juntos, no estaba dispuesta a apartarse de él en ningún momento.
Eso fue la perdición de ambos.
— ¿Por qué?
— No te mereces un desastre como compañero, deberías pensártelo mejor e irte ahora que aún puedes.
Le dolía como una puñalada, pero estaba diciendo la verdad. La quiso lejos siendo consciente de que nada saldría bien para ninguno, aunque eso le doliera.
— No tengo razones para irme, Chris.
— Te voy a hacer daño, no me perdonaría eso nunca. Estoy roto, tu terminarás igual si sigues conmigo, lo último que quiero es eso, así que por favor vete. No intentes arreglar lo que es imposible de remendar.
Ella terminó de acercarse a él, apoyando la cabeza sobre su hombro y entre lanzando sus manos.
— Lo haremos, no hay nada tan roto que no podamos reparar tu y yo. Como siempre estamos juntos contra el mundo, eso no va a cambiar. Aunque digas que me dañarás, se que tú no harías eso.
Sonrió al saber que su chica no se daría por vencido tan fácil, sabiendo que ella estaría para el, pasará lo que pasará. Ella noto como el cuerpo de él se relajó al contestarle. Ese día se prometió que lo haría de todo por el, por ayudarle. Ambos con una mirada entendieron lo que quiso decir cada uno.
Compartieron un beso dulce y cálido, teniendo a la luna de testigo de su "amor".
Pero él siempre tuvo ese mal presentimiento, conociendo esta historia del derecho y del revés.
Perdóname por no haberte amado de la forma correcta. — varios años después de que ella se marchara de forma definitiva de su vida, lo dijo.
Quizás en algún momento él se arrepintió de aquel día, no por ella, Evelyn era perfecta ante sus ojos, sino de la mala decisión que tomó ese día: creerle.
¿Qué les pareció el extra?
Y hablamos de los padres de Layla por si no os habías dado cuenta.
Solo lo dejo ahí: él siempre supo que no saldría bien y todo...
Así que sí, ambos se arruinaron entre sí.
PD: Si yo también lo odio :)
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Antes de que te vayas
RomanceLa vida de Layla siempre fue injusta, no hay recuerdo que no se manchara con el dolor. Ha perdido mucho con tan solo 17 años, la muerte de su madre fue una carga que la atormentaría, su padre se rindió ante el alcohol como anestesia de su sufrimien...