Sentada en la alfombra, en frente de la televisión con un libro en mano. Subrayé alguna frases, mientras tarareaba una cancion de forma distraída. La cerradura desbloqueada resonó por la casa, revelando la llegada de mi padre. Lo salude, mas no tuve respuesta por su parte.
Tenía su cara de agotamiento, con ojeras algo oscuras bajo los ojos. La ausencia de cualquier gesto alegre asustaba. Incluso su pelo negro estaba revuelto y descuidado.
Tiro una bolsa en el sofá, que supuse que era su ropa del viaje. Después paso ala cocina a por un vaso de agua.
— ¿Al final fuiste? — Inquirió sin apartar la mirada del vaso, removiéndolo un poco.
No fue necesario contestar porque el ya sabia la respuesta. Así que me quite el otro casco de la oreja y me prepare para irme.
— Es bueno saber que me desobedeces. — Apartó sus ojos del vaso dejándolo a un lado, para posarlos en mi. — Supongo que con el malcriado de siempre.
— ¿De siempre?
Error garrafal, chica.
Enarcó una ceja mientras torció el gesto. Eso fue otra señal para levantarme.
— Eres tan tonta... ¿acaso crees que no te he visto volviendo con el del instituto?
Era una tonta. Idiota. Estúpida. Y mucho más.
Pensé que no se había dado cuenta de eso. Que quizás estaba muy ocupado pasando de mí y emborrachándose como para darse cuenta. Deseé gritarlo, pero me callé, como siempre.
— Como siempre estas fuera, no he estado pendiente de lo que haces o no.
Eso era cagarla al máximo, pero nada de lo que acababa de decir era mentira.
Se aproximó hacia a mí. Clave mis uñas en las palmas de las manos para no tambalear ni perder el control en ningún momento, no iba a dejarle ganar. Parecía que iba a chocar contra mi hombro, más en el último momento se apartó yéndose hacia el sofá.
— No te conviene seguir por ese camino, Layla. — Usó mi nombre de forma despectiva, como si fuera cualquier insulto vulgar.
Mi estómago se contrajo de la molestia. Recogí todo y me fui a mi habitación evitando dar un portazo para no tener otra confrontación.
Volví a encerrarme en mi cuarto, en esas dichosas paredes descoloridas, con su perfecto orden y tan... vacío a su vez.
Otra vez dentro de mi cárcel, a reflexionar como si fuera un delito tener un amigo. Soy culpable de causar tantos problemas, a veces creo que seria mejor quedarme aquí, quieta, solo para evitar el disgusto de todo el mundo. Estoy tan cansada de ser un a decepción constante, no hago nada bien aunque lo intente. Detesto siempre estar discutiendo o peleando con mi padre, ya nada seria como antes.No soportamos estar en la misma habitación porque sino alguno salta con una pulla o comentario hiriente. La frustración de tener un buen día para que venga a arruinarlo con su humor. Aunque admito que yo no soy fácil de tratar, que suelo sacarle la piedra, últimamente no me contengo porque estoy cansada de agachar la cabeza y mirar a otro lado, de ser una sumisa, pero me he vuelto tan mierda que quizás esto es lo que merezco después de todo.
A lo mejor me lo había ganado a pulso, todo porque no soy suficiente, no soy una buena persona, soy tonta, estupida, idiota, fea, borde, malhumorada, asquerosa, sucia, lerda, un adefesio en toda regla.
Se te olvida lo de puta, zorra, subnormal, prostituta y una fácil.
No quise seguir dandole vueltas al tema, quería dejar de escuchar mi cabeza criticarme constantemente.
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Antes de que te vayas
Storie d'amoreLa vida de Layla siempre fue injusta, no hay recuerdo que no se manchara con el dolor. Ha perdido mucho con tan solo 17 años, la muerte de su madre fue una carga que la atormentaría, su padre se rindió ante el alcohol como anestesia de su sufrimien...