Desde año nuevo no volvió a suceder. Cada uno siguió como si no hubiera pasado nada, aquel día cayó en el olvido al parecer. Al igual que las respuestas que evitaba darme, porque ese día no pase por alto sus nudillos con heridas recién abiertas, o su aspecto demacrado. Su madre también tenía la cara hinchada, de a saber porque. Todos parecían enterados menos yo, entonces supe que no debía haberme presentado así sin avisar porque el momento no era el adecuado.
Me pase peor última vez agua por la cara para terminar de despertarme. Otra vez el olor a tortitas inundaba la casa, esta vez por motivos distintos a los que acostumbraba. Por lo que tomé aire y salí. Mi padre sentado tranquilamente tomándose un café me miraba de reojo.
— Buenos días, tesoro mío. — Su apodo había pasado de ser cursi a dar vergüenza. Me contuve de poner los ojos en blanco. — ¿Te apetece café?
Su pelo oscuro estaba húmedo y perfectamente peinado, tanto que asusta.
— No, gracias. — Tome asiento obligada, partí las tortitas para comenzar a comer, aunque no tenía apetito. — Oye... sabes que me encantan las tortitas y agradezco que las hagas en serio, pero llevamos dos semanas desayunando lo mismo y sigo sin entender porque.
— ¿No puedo hacerte el desayuno? Es que me siento muy orgulloso de la hija que tengo, por eso quería hacer algo para ti.
La misma hija a la que desprecias cuando te aburres.
Acaricié la pulsera en mi muñeca izquierda pasando las bolitas negras de un lado a otro, trate de mantenerme serena para evitar dañar la buena racha. Concentre mi mente en otro cosa. La pulsera con estrellas que por fin me había atrevido volver a ponérmela. Rhys me la regalo hace algunos años, siempre que me hablaba de la astronomía y su historia lo escuchaba encantada, comenzó a interesarme el tema al punto que me regaló esto. Ayudó a mi ansiedad, disfrutaba pasando las bolitas y las estrellas de por el hilo. Definitivamente echaba de menos a mi amigo.
Volví mi atención al hombre que comía en frente de mí. Cuando sentí que estaba preparada me aventuré a cuestionar.
— Los regalos, las comidas, la ropa, las salidas, todo. Aún no se porque lo haces, actúas demasiado... inusual. — Y esto no lo haces por mí. — Y lo único que pido es saber que pasa, nada más.
— Parece que tienes un problema con que tenga detalles contigo. — Bufo disgustado. —Estoy mejorando como padre y todo porque te quiero.
Ojalá pudiera creerle. Ojalá confiar en que sus palabras guardaran verdad. Hacerme ilusiones sería demasiado estúpido de mi parte, me cuesta ignorar que en el fondo quisiera dejarme cautivar con sus promesas con la esperanza de que se hicieran realidad, pero siempre hay que tener los pies sobre la tierra.
— Yo también te quiero y espero que algún día me des una razón sincera. — Levantándome alcance la mochila. Apreté las mangas de la sudadera a mis costados. — Me tengo que ir ya. Gracias de nuevo y... por favor envía esas cartas de la entrada, son un pago de las facturas. Nos vemos más tarde.
— ¡Hija! tendrás que coger fuerzas, esta noche nos vamos a cenar para celebrar. Vístete elegante.
— ¿El... que?
— ¿Tú cumpleaños? Lo has olvidado al parecer.
— Oh. Claro. Mi cumpleaños. Vale. Nos vemos entonces.
Apenas le deje tiempo para despedirse al irme tan apresurada. Comencé a morderme el labio mientras caminaba. ¿Esta vez que sería? Ha sido un cambio radical como salían en los canales de televisión. Sonaba irreal contarlo así, mas era cierto. Se cuidaba más fisicamente, con la casa y demás, incluso llegaba a verse responsable.
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Antes de que te vayas
RomansLa vida de Layla siempre fue injusta, no hay recuerdo que no se manchara con el dolor. Ha perdido mucho con tan solo 17 años, la muerte de su madre fue una carga que la atormentaría, su padre se rindió ante el alcohol como anestesia de su sufrimien...