Liam:
Las fiestas, año nuevo y todas esas mierdas caras por ser temporada alta. Actualmente no tenía mucho que hacer salvo de ser recadero, o cenicienta. Encima de todo me tocaba poner mi mejor sonrisa para el resto de la familia, el sueño de mi vida.
Me deje caer sobre mi cama boca abajo, hundiendo la cara en la almohada. Mi cuerpo estaba entumecido, el vértigo del estómago que me daba náuseas. Ese extraño sentimiento de vacío no desaparecía como pensé.
Así que le mande un mensaje a Lucas, para saber si se venía conmigo después de vacaciones al gimnasio a intentar distraerme algo o a echar unas canastas, a este punto ya me daba igual. Entretanto entro Jake refunfuñando por lo bajo.
— Mamá me ha obligado a ponerme este jersey, es incómodo y me pica en los brazos. Y antes he matado un araña que andaba por mi mano.
— Anda, ven aquí. — Obligándome a mi mismo a incorporarme, aunque sea sentado. Revise la ropa y no encontré mucho, solo una pequeña telaraña. — Recuerda que la tía te regaló esto, así que no te quejes en la mesa.
Volvió a perderse mirando a la nada de mi habitación. Las paredes verde claro, con algunos cuadros o pósters colgados. La mesa debajo de la ventana y una cajonera en el lateral de esta. Mezclados con los tonos marrones y negros de los objetos. No era muy grande, pero suficiente para tener mis cosas.
Llamo mi atención la risa de mi hermano. Ya estaba acostumbrado a que se riera sin motivo aparente, según mi madre es porque recuerda momentos graciosos y le vuelve a entrar la risilla.
— ¿En que piensas?
— Cuando... — La carcajada que soltó le interrumpió. — Cuando papá se cayó de la hamaca porque se rompió la cuerda.
— Ah. Sí, eso fue divertido.
— ¿Crees que venga a cenar con nosotros?
Golpe.
Inspire hondo, y expire con fuerza.
— No creo que venga. Seguro estará ocupado trabajando.
Me agache hasta alcanzar la cajonera buscando la ropa que tenía que ponerme para cenar. Llegarían pronto los invitados no había que decepcionarlos.
Debía actuar como si la situación no me afectara. Mi hermano necesitaba alguien que no se derrumbara solo para que él pudiera hacerlo con libertad, era todavía un niño y quería que siguiera con la venda que le otorgaba la niñez.
— Oh...
El silencio se instauró entre nosotros. Le abría dado un abrazo si hubiera sabido que no le haría sentir más incómodo, así que me impedí a mí mismo liarla más. Pose mi mano sobre su hombro masajeándolo.
— Podemos ver si robamos algunas chuches a mamá, ¿que te parece?
Salto de la emoción y salió corriendo en dirección la cocina. Con pesadez decidí vestirme con un pantalón de tela azul oscuro y una camisa blanca, que cubriría con un jersey sin mangas del mismo color del pantalón. Tuve que remangarme para ayudar a mi madre en la cocina, el agua de las patatas estaba manchando la vitro, la salsa salpicaba apunto de quemarse, acababa de sonar el temporizador para sacar el redondo de cerdo del horno.
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Antes de que te vayas
RomanceLa vida de Layla siempre fue injusta, no hay recuerdo que no se manchara con el dolor. Ha perdido mucho con tan solo 17 años, la muerte de su madre fue una carga que la atormentaría, su padre se rindió ante el alcohol como anestesia de su sufrimien...