La chica de la casa roja

12. Lagrimas y recuerdos

22 de septiembre del 2015

Puedo ver el cielo oscurecerse, mis pies parecen estar tiesos al igual que mis manos, no puedo hablar ni sentir nada.

Me siento fatal, porque lo único que puedo hacer es ver y oír, y es lo peor, porque veo a mis padres destrozados mientras intentan con desesperación llevarme hacia el auto para ir al hospital.

Tengo mi cabeza rota, puedo sentir la sangre caer por toda mi cabeza y espalda, gotea como agua de grito, y eso me hace sentir incomodo y a la vez agotador. Siento que no puedo respirar, siento que me voy a otro lugar que no es el mío, veo como todo mi mundo se vuelve vulnerable y hostil, todo me da vueltas.

—Tómalo de la cabeza cariño, no dejes que se duerma, mantenlo despierto—dice papá mientras intenta encender el auto.

Mi corazón late más lento de lo normal. Eso altera a mamá porque se que lo está sintiendo, se que esta sintiendo como poco a poco dejó de estar presente junto a ella, sabe que en tan sólo segundos puedo desvanecer mi alma de mi cuerpo.

—Date prisa Harry, por favor.

Veo a mamá dejar caer lagrimas de dolor mientras me susurra que no me duerma, y eso me destroza por dentro, porque no puedo decir nada.

Papá por fin arranca el auto y pregunta que ha pasado, pero mamá parece no prestar atención, sin embargo, luego de unos segundos responde.

—La Sr. Wayne me ha dicho que se ha asustado, al parecer le dijo que vio algo en la casa de enfrente.

—¿Vio? Pero si ahí no hay nadie desde hace 2 años.

—Sí, lo se. No lo entiendo —me mira y vuelve a decirme lo de antes. "Cariño no te duermas, quédate conmigo"—. Habían algunos niños con él, parece que todos han corrido, pero Oliver se ha asustado tanto que se ha tropezado y a caído.

—¡Por dios Ellie, se ha roto la maldita cabeza!

—Lo sé, Harry. Lo sé.

Las lágrimas que caen de los ojos de mamá son cada vez más.

—¿Dónde estabas? Se supone que debes cuidarlo.

—Y lo estaba haciendo.

—Solo... solo olvídalo, sí. Estoy...

Papa parecía muy enojado y preocupado a la vez, podía verlo desde el espejo retrovisor que estaba dentro del auto, podía ver su cara angustiada pero con los ojos más que destrozados por las lágrimas de dolor que caían cada vez más de sus párpados al igual que mamá.

Mis ojos cada vez se cerraban sin yo tener el control de ellos, pero mamá intentaba mantenerme despierto para que eso no ocurriera. Y volvía a estar frente a la casa roja, se me erizaba la piel de tan solo pensarlo. Fue ahí cuando me prometí no volver a acercarme a ese lugar.

—¡Estoy aquí, no cierres los ojos, estoy aquí!

Minutos después estaba en la sala de urgencias con las luces blancas golpeando mis ojos. Escuchaba gritos de dolor de otras personas, y el sollozo ruido que hacían mis padres al verme ahí en esa camilla que se dirigía al área de urgencias, más bien a una sala.