1. Aquella chica pelirroja

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Escucho el sonido del afilado cuchillo pasar por mi piel antes de ver la sangre correr por toda la barra.

Mi madre no se había percatado de nada aún, ya que estaba concentrada rallando las zanahorias a unos metros de mi. Así que yo solo tome un par de servilleta y las coloque en mi mano.

Pero la sangre comenzaba a caer por gotas manchando toda la barra de la cocina. Había tomado el cuchillo más afilado del taco de madera porque según yo eso me ayudaría a cortar mejor las verduras, ahora creo que hacer la cena con mi madre me costo más de lo que había creído.

—¡Oh, por dios! ¡Oliver! —dijo mamá al verme todo manchado.

La sangre estaba por todos lados. Era imposible ya ignorarlo.

—Solo es un pequeño corte mamá, no hay porque hacer drama.

Intentaba no hacerla sentir angustiada.

La verdad, sí era una herida grande, pero no quería revolcarme en el suelo por algo que se podía curar fácilmente. Así que al ver que las servilletas no servían intente levantarme e ir a mi habitación para curarme yo mismo.

—Ten, ponte esto —. Me dio una toalla bañada en alcohol.

Sabía que eso me daría el dolor de mi vida, lloraría en silencio cuando llegara a la habitación. No obstante, tomé la toalla con la mano que estaba limpia y sin ningún rasguño.

—Iré a arriba.

—Ten cuidado.

—Sí, Mamá.

Todo el suelo de madera estaba absorbiendo mi sangre. Las escaleras tampoco eran la opción.

Tome el pasamanos de la escalera como un viejo para poder sostenerme y no caer, la sangre goteaba aún, que ya corría por toda mi muñeca llegando casi al codo. Debía apresurar el paso o si no toda mi casa estaría inundada de sangre, como si de una escena del crimen se tratase.

Solo tenia que tomar el botiquín, parar el sangrado y limpiar la herida. No se aún si suturar la herida o no.
Papá me había enseñado esto hace unos años. Él había intentado estudiar medicina en una universidad en California, aunque al final se decidió por estudiar arte.
Pero esos casi cuatro años de medicina le sirvieron para aprender algo y ayudarme a estar consiente cuando una situación parecida a la de ahora ocurría.

Tampoco es que fuera tan experto. ¿Por qué creen que tomo la decisión de dejarla?

Con cuidado intente hacer las cosas como él me lo había enseñado. Me tomaría mi tiempo pero luego ya estaría más que bien. Creo que ahora mamá no querrá que vuelva a ayudarle en la cocina. Pero, tengo quince años, creo que ya es momento para aprender sobre ello.

Minutos después de haber terminado de limpiar la herida estaba acostado en mi cama viendo el techo de la habitación.

Mi madre me había traído algo de comida después de aquel desastre, y yo lo había disfrutado como nunca, aunque la herida del cuchillo dolía más de lo que debía anteriormente. Creo que debía cambiar la venda, ya estaba manchada de sangre, su color blanco casi cremoso había cambiado a un rojo vino opaco.

Me levante tomando mi muñeca con la mano izquierda para así llegar al escritorio, donde tenía aún el botiquín por si cualquier cosa volvía a ocurrir.

La chica de la casa roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora