3. Ese sentimiento

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El lápiz tocaba con fuerza el papel de la libreta. Yo observaba con detenimiento la calle.

Las ventanas de los salones eran grandes que podías observar con exactitud todo lo que pasaba fuera. Aunque los salones de arriba no lo eran tanto, las ventanas eran más acomodadas, mas pequeñas.

Pero yo solo quería distraerme y la profesora de ciencias no me lo permitía, su voz me exasperaba de alguna manera. Yo solo pensaba en lo que había ocurrido ayer. Ese sueño, bueno, no se en que momento comenzó el sueño, pero si sé que eso era algo que ya había experimentado. Pero no recordaba como ni donde había pasado, o tal vez alguien me lo habían contado.

—¿Oliver? ¿Estas aquí? —preguntó la profesora de repente—. Creo que estas un poco distraído ¿no es así?
Todos me miraban. Odio cuando las personas hacen eso.

—No. Solo pensaba.

Quería quitarme sus miradas de encima pero era imposible.

—Bien. Podrías hablarme de la genética molecular.

«Carajo, tenia que decir lo obvio»

—Claro. —Sonreí. Estaba empezando a explicar que era exactamente el tema, por eso decidí darle un pequeño significado. Gran suerte tuve de que el tema aún estuviera comenzado si no, hubiera pasado todo lo contrario—. Tengo entendió que la genética molecular tiene la funcionalidad de manipular ADN y conocer las secuencias de los genes en mezcla con la necesidad de comprender en detalle la composición y función de los mismos, ha revolucionado la manera de aproximarnos a la genética y promovido el desarrollo de un nuevo campo de la biología. También...

«Debía hacer eso, así creería que tenía más por decir»

—Ok, creo que eso correcto—me interrumpió, y también pensó un poco antes de decir lo siguiente—: ¿Cómo lo sabes?

—Genética.

Respondí, y seguidamente sonreí de oreja a oreja.

Bueno, retiro lo dicho, no es que la profesora me parezca alguien detestable, es todo lo contrario, pero es que su forma de creer que lo sabe todo me irrita. Y no porque sea profesora, si no porque ella cree que nosotros no podemos saber nada si no es después de su explicación. Mejor dicho, estoy feliz de que esta fuera la última clase, ya quiero ir a casa. Tal vez salga con Ryan a tomar algunas fotos, porque amo la fotografía y es lo que más me entretiene en mi tiempo libre.

Los pasillos del colegio eran algo grandes para ser un colegio de pueblo, digo de pueblo porque casi siempre no son tan grandes, los de la ciudad son una locura comparado con los de aquí. Pero no me quejo, me encanta estar aquí y mis amigos son personas que no se podrían remplazar por nada del mundo.

—Hola, Oliver. ¿Qué carajos paso en la clase de ciencias?

Sí, él era Ryan, aunque creo que era muy obvio.

—¿Cómo sabias todo eso hermano?

—Es tema del año pasado.

Sonreí.

—Oh, sí, claro. Pero ¿cómo?

—La profesora nos mandó a investigar, sabes como soy Ryan. Ese pequeño discurso también lo dije el año pasado porque me lo aprendí de memoria —coloque mi mano en su hombro izquierdo—. ¿Un secreto?

—¡Sí! —me dijo susurrando.

—Lo encontré en Internet y cambie algunas palabras.

Los dos nos miramos y reímos a carcajadas, mientras las personas a nuestro al rededor pasaban al lado de nosotros por ese gran pasillo que daba a la puerta de salida. Ya todos iríamos a casa.

La chica de la casa roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora