9. Debo hacerlo esta noche

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Han pasado dos días desde que la vi por última vez. Las lluvias siguen azotando todo el pueblo y yo sigo pensado en su situación. La noche que dijo que escaparía no lo hizo, y no me ha vuelto a hablar desde ese entonces. Que estará planeado o pensando en este momento, porque no puedo verla.

Las cortinas de su habitación están cerradas.

Me siento extraño, como si algo en mi hubiera cambiado, ese pequeña conversación que tuvimos me hizo pensar tantas cosas. No le he hablando a nadie sobre eso, ni siquiera a mi papá, aunque por un momento sí lo pensé, también a mi madre y Andy, sin embargo, ahora siento que no sería lo más sensato.

Aún no es el momento.

Hoy falte al colegio, le dije a mamá que me sentía mal y ha traído una pastillas para el dolor de cabeza. Se ha percatado del termo roto y lo ha cambiado. Creo que no ha sospechado nada en contra de mi, porque si lo hiciera, se diera cuenta que estos últimos dos días no había tomado mi medicamento.

Llame a Ryan y a Lea, quería contarles, quería decirle todo lo que estaba pasando, pero no lo hice, solo volví a mentir.

Les dije que no pude ir el día que habíamos planeado, el día en que Tara me enseñar la nota con la palabra “Ayúdame”, porque supuestamente estaba enfermo. No creo que se lo hayan creído pero, me siento mejor al saber que ellos ya no se preguntaran porque no fui aquel día.

No he vuelto a espiar a Tara. Y no quiero volverlo a hacerlo, creo que esto me esta dañando y pienso dejarlo ya. Esto es como una droga, no puedo dejarlo, pero lo intentaré. Ahora que he hablado con ella, y se por donde pueden ir los hilos pues, no tengo necesidad de verla desde mi ventana. Ni a ella, ni a su supuesta familia.

Ella lo sabe. Todo este tiempo supo que la observaba, por ello tuvo la suerte de que yo viera su señal de ayuda. Creo que la razón por la cual tome la decisión de observarla desde mi habitación fue más que acertada, ayudándola para poder salir de ese infierno. Y que era de no acabar si no se decidía en contarle a alguien sobre lo que estaba pasando, porque según lo que me contó apresurada, sus verdaderos padres habían sido asesinados por estas personas que hora se hacen pasar por ellos, y aún no logro entender el motivo exacto de su acto.

Mi celular vibra en el escritorio repentinamente. Y me abalanzó para contestar.

Es ella.

—No digas nada, solo escúchame.

—¿Qué? ¿Tara?

Me parece extraño, su voz está vez es más sutil y delicada.

—No vuelvas a llamar a Tara, o de lo contrario las cosas se pondrán aún peor. Entendiste.

Carajo, no había reconocido su voz.

Lo último que escucho la mujer fue mi respiración, porque al instante en el supe que no era Tara cerré la llamada.

Mis instinto me hizo girar a ver hacia la ventana, y ahí estaba ella, con el celular en la mano, esa mujer que ahora ya no veo como una madre. Si no como una loca y desquiciada mujer que secuestra personas.

Tome mis cortinas para cerrarlas. Ella no seria más lista que yo, ella no iba a intimidarme, no lo haría, y tampoco iba a observarme, solo yo podía. Porque seguramente esta intentado sacarle algún información a Tara sobre mi, ¿qué más seria?, pero lo que no sabe es que ella aún no me reconoce. Que triste.

Sabía que algo no estaba bien, sabía que Tara no dejaría de hablarme así de fácil. Creo que es una señal para ir y sacarla de esa casa, pero debo planear como entrar, debo saber en que momento hacerlo, y debo hacerlo antes de que le hagan daño. Porque se que esta actitud amenazante con la que me hablo no es algo de solo decir y ya está, tiene algo planeado, y debo saber de que se trata.

La chica de la casa roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora