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Observaba sus piernas moviéndose con aburrimiento.

Tenía algo de hambre, pero no recordaba en donde se encontraba la cocina. El internado era enorme y nunca tuvo muy buena memoria.

De la nada recordó a Karl y se sintió tonto, debía dar gracias que al menos si se esforzaba podía memorizar las cosas.

La condición de su amigo lo ponía triste.

Al menos no era grave.

¡Eso es! Podría ir a buscar a Karl y ambos ir a por comida, o tal vez el mismo Karl tenía comida.

Se levantó rápidamente de donde estaba sentado para ir en busca del castaño, sabía exactamente donde estaría.

Seguro andaba en el almacén, esperaba que si porque no quería ir hasta el jardín.

Llegó casi de inmediato pues no se encontraba muy lejos de aquel lugar, y efectivamente, ahí estaba Karl, anotando cosas en algunos papeles regados y desordenados por el suelo.

—¿Sapnap?

Sonrió cuando escuchó la voz confundida de Karl, seguro se estaría preguntando que hacía ahí tan tarde.

—Necesito que me acompañes a la cocina, no recuerdo donde queda.

El castaño tapó sus labios para no soltar una carcajada.

—¿Y se te ocurrió que yo soy la mejor opción?

Sapnap se dio un golpe mental. Olvidó por un momento la condición de su amigo.

—Está bien, no te preocupes— le calmo Karl, sonriente —Se donde esta, tranquilo.

Comenzó a hurgar entre los papeles hasta encontrar uno en específico, parecía ser un croquis de todo el internado.

—Mira, estamos cerca. Seguro nadie nos descubre.

Le pasó la hoja mientras se levantaba y sacudía sus ropajes, tomó una linterna y se dispuso a salir del almacén, Sapnap lo siguió.

—¿Que hacías?

La curiosidad le ganó, y al ver que a Karl no le molestaban las preguntas decidió averiguar más de su nuevo amigo.

—Escribía cosas que descubrí hoy.

—Yo quise hacer eso, pero se me olvidaba escribir.

Karl le miro con cierta burla.

—Bienvenido a mi mundo.

Ambos se detuvieron cuando estuvieron frente al comedor, a un lado estaba la cocina.

—Para ser un internado, la comida es muy buena— le cuenta Karl, yendo hacia donde guardaban las sobras del día.

Ninguno sabía cocinar, así que debían conformarse con eso. Había varios sándwiches que sobraron por la tarde, era comestible al menos.

—Espero que no seas alérgico al pan.

El castaño le pasó dos, envueltos en una servilleta.

Sapnap los recibió gustoso.

Se sentaron en el suelo para comenzar a comer en silencio. Se sentían cómodos con la compañía del otro y el hambre se iba de apoco, era un ambiente demasiado tranquilo.

Al menos así fue hasta que escucharon varios pasos acercarse.

El pelinegro se alarmó, mirando a Karl con preocupación, pero este lucia calmado.

—Tranquilízate, salgamos por la puerta trasera.— susurro el castaño, tomándolo de la mano para poder salir lo más sigiloso posible.

Lastimosamente algo se cayó de la repisa cuando estaban por llegar a la puerta.

—¿¡Quien anda ahí!?

Ambos se miraron asustados, solo les tomó dos segundos comenzar a correr como si su vida dependiera de ello, tropezándose varias veces por el pasillo mientras intentaban llegar al almacén abandonado.

Apenas estuvieron ahí, Karl se dejó caer contra las sábanas, riéndose.

—¡Casi nos atrapan!

Se sentó con dificultad debido a su risa incontrolable, mientras llevaba una de sus manos hasta su estómago que comenzaba a dolerle por lo mismo.

Sapnap también comenzó a reír, contagiándose de la risa del otro.

—¡Pero no llores!

El de ojos azules se arrastró hasta donde estaba Karl, quien intentaba calmarse del ataque de risa, limpiando sus lágrimas acumuladas.

Hace mucho no se sentía tan feliz.

O quizás lo había olvidado.

—Al menos ya no tenemos hambre.

Se recostó en las piernas del castaño, quien comenzó a acariciar su cabellera, ya más calmado.

Se quedaron en silencio un rato.

Karl trenzaba sus cabellos negros con lentitud, peinándolos y acomodándolos, mientras Sapnap veía el techo pensativo.

Se sentía muy bien.

Le gustaba estar con Karl.

—Karl ¿somos amigos?

El oji-amarillo llevó su mirada hasta él, asintiendo suavemente.

—Claro que si, Sapnap.

Ambos se sonrieron, volviendo a hundirse en un silencio cómodo.

Esa noche, Sapnap volvió feliz a su habitación.

Memories? [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora