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El castaño no paraba de escribir la palabra "novio" en una hoja limpia de su libreta.

Simplemente no quería olvidar aquella palabra que ahora se le hacía tan bonita.

Se quedó quieto mientras observaba las letras con lentitud, teniendo una idea.

Karl recorto uno de los tantos pedazos de papel donde había escrito "novio" para poder pegarlo encima de la palabra "mejor amigo" en la primera página de su libreta.

Ahora lucia mas lindo.

—Préstame algo de atención al menos— se quejó un Sapnap adormilado entre sus piernas.

Karl soltó una suave risa, esperando a que el contrario se levantara.

Tal y como lo predijo, se levantó, tomando al castaño por la cintura para acercarlo y empezar a repartir cientos de besos cortos en sus labios, mientras Karl solo soltaba leves risas.

Amaba a ese chico.

—¡Oh mi- suéltame!

—No, ahora eres mi prisionero.

Karl en un descuido se zafó de los brazos del pelinegro, comenzando a correr por todo el almacén mientras este le perseguía. Se tropezaron varias veces, pero ninguno salió herido.

Cuando el castaño se detuvo debido al cansancio, Sapnap se lanzó encima de él cayendo ambos al suelo.

—¡Quítate!— se quejaba Karl, removiéndose entres los brazos del oji-azul.

—Dime que me amas.

—¡Tramposo!

—Te amo.

Karl se quedó quieto, observando atentamente los ojos del adverso, Sapnap puede jurar que sus ojitos amarillos brillaron.

—Yo también te amo.

Aquello dejó satisfecho al pelinegro.

—¡Tengo algo para ti!— exclamó el castaño emocionado, huyendo cuando Sapnap al fin lo liberó.

Busco entre sus pertenencias aquello que le quería entregar al contrario, hasta que lo encontró.

Una bandana blanca.

Sapnap la tomó entre sus manos y sonrió con ternura.

—¿Me la pones?

—Claro.

Karl obedecía de inmediato, colocándole la bandana en la cabeza. Sapnap juro jamás separarse de ella.

Ese día, pasaron toda la tarde hablando y divirtiéndose con uno que otro juego de mesa.

A Karl de vez en cuando se le olvidaban las reglas o que debía hacer, pero Sapnap con toda la paciencia que nunca le había tenido a nadie se dedicaba a explicarle detalladamente hasta que al castaño captara.

A veces sacaba la cámara instantánea y le tomaba algunas fotos a Karl sin que esté se diera cuenta, pero al final se acababa enterando y terminaban en una mini pelea de almohadas.

Sapnap siempre terminaba ganando debido a que Karl se cansaba demasiado rápido, dejándose caer en el suelo rendido.

Llegando la noche, el pelinegro se despidió con un beso de su novio, prometiéndole volver mañana temprano.

Mientras iba por los pasillos solitarios, escuchó unos pasos detrás de él.

Sapnap volteo confundido, viendo a otro chico pelinegro que iba en su misma dirección, al menos eso pensó.

No lo estaba siguiendo ¿cierto?

¡Oh! Era ese chico de la otra vez. Ahora que lo tenía más cerca y no traía sus lentes puestos pudo notar que sus ojos eran de diferente color. Al parecer sufría heterocromia.

Azul y amarillo brillando en la oscuridad.

—Nihachu estuvo buscando a Karl.

Su voz sonaba monótona, como si fuera un muerto en vida, ni siquiera parecía un vivo en realidad. Caminaba recto como fantasma y su rostro no mostraba expresión alguna.

—No se quien sea Karl.

—Eres su mejor amigo.

—Novio.

—¿Lo ves?

Sapnap se callo al darse cuenta que había caído en la trampa. Bien, al menos el chico parecía conocer el secreto.

—¿Quien eres?

—George.

Sapnap hizo memoria, recordando vagamente que Karl lo había mencionado una vez. Extraño, pues Karl nunca nombraba a nadie, entonces debían ser cercanos.

—¿Tú también tienes amnesia?

—No.

—¿Entonces?

—Alexitimia— contestó George, nunca le importo mucho decir que tenía un déficit.

Prácticamente le daba igual lo que la gente pensara. Quizás eso se debía también al mismísimo déficit.

—No tengo idea de que es.

—Ni yo.

Sapnap lo miro incrédulo, pero el chico parecía no mentir, tenía esa expresión seria de siempre, porte tétrico y arrogante.

—¿De verdad?

—No.

Aparte sarcástico y pesado.

Creyó ver una apenas visible sonrisa en el rostro del heterocromatico hasta que alguien los interrumpió, sobresaltando a Sapnap, pues George pareció no tomarle importancia a la aparición repentina de aquel enfermero.

—George, no debes estar tan noche en los pasillos— reprendió el adulto.

Sapnap leyó en el gafete que se llamaba "Ponk"

—Fue un gusto conocerte, Sapnap.

Se despidió George, dando media vuelta para marcharse con su enfermero.

Sapnap solo los observó irse, confundido.

Cuando volteo para seguir su camino casi choca contra la puerta de su habitación ¿hace cuanto había llegado?

Regreso su mirada hacia donde deberían estar los otros dos, pero ya no había nadie.

La puerta se abrió.

—Hijo, te estaba buscando, entra.

—Voy papá— contestó sin dejar de ver por donde se habían ido aquellas personas.

Su padre lo noto.

—¿Sucede algo?

Sapnap negó varias veces, volteando hacia su padre y sonriéndole.

—No, nada.

Ambos entraron a la habitación.

Memories? [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora