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Karl pintaba con sumo cuidado las uñas del pelinegro, mientras este escribía cosas triviales en la libreta.

"Amo mucho a mi chico" alcanzó a leer el castaño, sonriendo débilmente mientras seguía con lo que estaba haciendo.

—¿Puedes pintarme una morada?

—No sabía que te gustaba ese color.

—Me recuerda a ti.

Karl desvío la mirada con timidez, buscando con disimulo el esmalte morado.

—En unos minutos te toca la pastilla.

—¿Que pastilla?

Sapnap llevó su mano libre hasta los cabellos que caían por el rostro del contrario, quitándolos con cuidado para admirarlo mejor.

—Las pastillas que te recetaron.

—No recuerdo.

—No te fuerces, ya lo recordarás— le calmo, intentando lucir tranquilo.

Karl simplemente siguió aplicando el esmalte en las uñas del pelinegro.

—Se me olvidó contarte, pero hace varias semanas vi a unos chicos.

—¿Quienes?

—Uno era pelinegro y usaba lentes, estaba a lado de un chico alto, muy rubio.

Karl termino de pintar la primera mano, dejándola sobre el suelo para que el esmalte secara.

—Los conozco.

—¿Si?

—Sí, pero no recuerdo sus nombres.

Detuvo sus movimientos unos segundos, intentando pensar. Al no llegar a nada, siguió pintando la otra mano del chico.

—Me miraban raro.

—Quizás les conté de ti y lo olvide. Hace mucho que no hablo con ellos.

—Ya veo.

Sapnap nunca descartaba posibilidades, así que solo la encerró en su burbuja de hipótesis.

Ninguno de los dos había platicado sobre sus sentimientos, pues no era necesario. Su comunicación iba más allá de las palabras.

Aunque ambos si tenían la duda de cómo llamarse.

Esta vez Sapnap decidió tomar la iniciativa.

—¿Te agradan las etiquetas?

Karl lo observó dudoso tras terminar de aplicar la pintura, alejándose de su mano para no mancharla.

—No entiendo.

Sapnap se dio un golpe mental. Tenía que ser muy específico con Karl, pues este ya no comprendía palabras complejas.

—Quiero ser tu novio.

El castaño lo miro con confusión, mientras procesaba aquellas palabras. Cuando por fin todo hizo click en su cabeza, se tapó los labios emocionado.

—¡Yo también, si!

Se lanzó a los brazos del adverso, quien intentó abrazarlo sin usar las manos, procurando no mancharlo con el esmalte.

—Creo que... ¿es normal que mi corazón lata tanto?— cuestionó Karl asombrado, tocando con las yemas de sus dedos por encima de su pecho.

Sapnap solo le sonrió, dándole un corto beso en los labios.

Desde que lo había conocido, no podría sentirse más feliz. El castaño era la razón de sus sonrisas.

Le gustaba.

Le gustaba desvelarse por las noches hablando de cualquier cosa que se les pasara por la mente. Verlo escribir concentrado en su libreta como si fuera lo más importante del mundo, quizás para él lo era.

Karl era lo más bonito que alguna vez habían visto sus ojos, como un atardecer en la orilla de una montaña.

Nunca se iba a arrepentir de haber acompañado a su padre.

Conoció al chico más grandioso del mundo... y ahora era su novio.

¡Su novio!

Comenzó a repartir besos por todo el rostro del castaño, mientras este soltaba pequeñas risas intentando escapar de los brazos del contrario.

Sapnap ya lo abrazaba sin obstáculos, importándole poco si sus uñas se despintaban o manchaba la ropa de alguno de los dos, ya habría tiempo para solucionarlo.

Terminó escondiéndose en el cuello del chico, refugiándose de todos los pensamientos malos que llegaban de la nada.

¿Karl estaba bien?

¿Karl podría salir del internado?

¿Karl conservaría los recuerdos importantes?

—Sapnap, deja de pensar, me estás dando envidia— bromeó el oji-amarillo, acariciando con delicadeza los cabellos del pelinegro.

Entro en razón, sobre pensar no lo llevaría a nada bueno, solo lo terminaría hundiendo en un mar sin final.

—Me gusta mucho estar a tu lado.

Aquellas palabras eran las mas sinceras que había soltado en su corta vida.

—A mi también me gusta estar contigo— le dijo un Karl demasiado feliz, sin soltarlo en ningún momento.

Entonces Sapnap supo, que estaba irremediablemente enamorado de ese chico.

Tan enamorado, que dolería.

Porque el amor duele y siempre lo supo.

Memories? [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora