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—Tu casa es grandiosa, Sapnap.

Halago uno de sus nuevos amigos, haciendo que el pelinegro se avergonzara.

—Por cierto, feliz cumpleaños.

Entre todos los chicos le entregaron varios regalos, haciendo al oji-azul avergonzarse más. No estaba muy acostumbrado a ser el centro de atención, y en su nueva escuela lo era.

Había vuelto a la ciudad hace un año, pero no había regresado a la escuela enseguida.

Le detectaron depresión apenas una semana después de regresar, estuvo internado varios días en el hospital debido a que no comía nada, ni siquiera salía de su habitación.

Su papá trabajaba todo el día para poder pagar sus tratamientos mientras Skeppy lo cuidaba lo más que podía, ya que también tenía cosas que hacer como todo adulto responsable que era.

Por un momento pensó que jamás podría salir de ese hoyo negro en el que cayó. Pensó incluso que moriría.

Entonces su padre consiguió un mejor trabajo, que le permitía pasar más tiempo en la casa y con un mejor sueldo.

Comenzaron a salir más seguido y aunque al principio se rehusaba, después empezó a pedir el mismo un sábado familiar.

Termino descubriendo que Bad y Skeppy eran algo más que solo amigos, pero no se molesto por que se lo ocultaron, él más que nadie comprendía los motivos.

Ahora con ambas figuras paternas, estuvo más al pendiente de sus medicamentos, pero pronto dejo de tomar los antidepresivos, pues ya no los necesitaba.

Se escribió a varias clases extracurriculares para despejar su mente y siguió yendo al médico para ver cómo iba su mejora.

Pudo salir de su limbo, y no podía sentirse más orgulloso de eso.

Hace un mes lo habían inscrito de nueva cuenta al colegio, donde inmediatamente hizo amigos de todo tipo, no se consideraba alguien popular, pero realmente parecía uno.

Tenía la vida perfecta y casi todos envidiaban eso.

Excepto que...

—¿Tienes pareja?

Aún sentía ese vacío.

—No, no tengo pareja— respondió Sapnap, sentándose en su cama.

—¿Y no te gusta nadie?

—Ya no.

Se dejó caer contra el colchón, escuchando las risas de sus compañeros.

—Oye ¿que es eso?

Se sentó de nueva cuenta, dirigiendo la mirada hacia donde el resto de chicos observa con curiosidad.

—Es una libreta.

—¿Por que está enmarcada?

—Decoración— explicaba Sapnap con calma.

—Es muy linda.

—Sí, la bandana le da el toque.

Aquellas palabras provocaron una sonrisa en el pelinegro.

—¿Quieren ir al cine?— propuso, levantándose con entusiasmo de la cama.

El resto de chicos aceptó con emoción.

—¡Claro!

—Amo ir al cine.

—Es una gran idea.

Todos salieron entre platicas de la habitación, sacando diferentes temas de conversación.

Bad que estaba saliendo de la cocina los alcanzo a ver.

—¡Tengan mucho cuidado al cruzar la calle!— les advirtió sonriente, mientras se despedía de todos con la mano.

Sapnap dio una última mirada antes de cerrar la puerta, marchándose junto a sus amigos.

Bad soltó un suspiró cuando se encontró solo.

Su pequeño Sapnap ya no era más un niño.

Y había vuelto a brillar.

Memories? [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora