4

1.7K 212 90
                                    

Bien, se había librado de la escuela, pero al parecer no de las matemáticas.

Su padre le había dado un par de libretas donde quería que anotara varios ejercicios y los resolviera. Según porque tenía que seguir estudiando.

—Quiero ver a Karl.

Recostó su cabeza contra la mesa, harto de estar escribiendo todo el día.

A Karl le gustaba escribir, a él no.

Al menos eso cree, pues a notado como los ojitos amarillos del castaño brillan con felicidad al estar escribiendo cosas importantes.

Miro pensativo su pileta de cuadernos y tomo una de las libretas vacías, quizás a Karl le serviría más.

Se levantó de un salto, para poder dirigirse al almacén abandonado, casi seguro de que ahí lo encontraría.

Tal y como predijo, el castaño estaba ahí, mirando aquel croquis que habían ocupado el día anterior.

—Karl— llamo suave, para no asustarlo.

El chico levantó la mirada, entusiasmado de verlo ahí.

—¡Sapnap!

Se acercó hasta él, para mostrarle la libreta, entregándosela de inmediato.

—Pensé que quizás te gustaría tenerla, para que escribas cosas importantes... y eso.

Sus ojos amarillos se iluminaron, tomando la libreta entre sus manos. Era muy simple, pero era un regalo de Sapnap.

—¡Es muy linda, gracias!

Lo abrazo con felicidad, el pelinegro le correspondió enseguida.

Karl se sentó rápidamente en el suelo, abriendo la libreta. Busco entre las cosas tiradas algún bolígrafo.

—¿Que haces?— pregunto el oji-azul, acercándose para poder ver.

Karl comenzó a escribir con una letra impecable.

"Él es mi mejor amigo Sapnap, es la persona más dulce que alguna vez conocí, parece odiar hacer amigos al principio, pero es todo lo contrario. Lo quiero."

El pelinegro se alejó algo avergonzado tras leer eso. Su corazón comenzaba a palpitar demasiado rápido y su pulso había incrementado seguramente.

—¡Sonríe Sapnap!

Ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar cuando Karl tomo una foto de ambos, con una cámara instantánea.

Cerró sus ojos desorientado, intentando procesar todo lo que acababa de pasar.

Cuando los volvió a abrir, vio al castaño pegando la foto debajo de lo que había escrito.

—¿Es tuya?— pregunto, tomando la cámara entre sus manos.

—Si, mi madre me la regalo hace un año— contesto Karl, sin despegar la mirada de la libreta.

Sapnap se acercó para abrazar a Karl y tomar una foto desprevenido.

—¡Oye!— se quejó el castaño, arrebatándole la cámara para tomarle una foto también.

De la nada aquello se convirtió en una pelea de fotos, donde ambos intentaban sacar más fotografías para molestar al otro.

Los dos terminaron exhaustos en el suelo, con varías fotos tiradas a su alrededor.

Karl arranco una hoja, haciendo con ella un pequeño sobre, para después pegarlo en una página de la libreta y ahí meter todas las fotos. Una solución rápida.

—Listo, están a salvo.

La puso a un lado, regresando su mirada al contrario.

Sapnap no sabía porque, pero estaba demasiado feliz de haber conocido a Karl. De estar ahí.

—Karl ¿puedo venir todos los días contigo?

El castaño parpadeó varía veces sorprendido, mientras sus ojos viajaban hacía el suelo debido a los nervios.

—Este almacén ahora te pertenece también, Sapnap. Es nuestro secreto ¿no?— respondió con una sonrisa tímida.

El pelinegro solo pudo pensar que tenía una de las sonrisas más lindas que jamás había visto.

—Si, es nuestro secreto.

Tomó entre sus manos la libreta, para después extenderle una mano, Karl inmediatamente le entregó el bolígrafo.

"Karl, te amo ♡"

El corazón le salió un poco chueco, pues sus manos temblaban levemente al no saber como reaccionaría el castaño. Quizás era demasiado pronto para decir algo así.

Le devolvió todo a su dueño, quien miraba intrigado la hoja, hasta que sus ojos por fin llegaran a lo que tanto aclamaban ver.

Sus mejillas comenzaron a tornarse de un ligero color carmín. Pronto empezó a escribir en la libreta también.

Al terminar, se la pasó a Sapnap.

Este estaba demasiado ansioso de ver lo que Karl había puesto, así que busco la hoja con rapidez.

"Yo también te amo, Sapnap ♡"

¿Por que aquello se sentía bien? ¿Tan correcto?

Karl soltó una risa corta, arrebatándole la libreta.

—Es mía. Compartiré todo contigo, menos esta libreta.

La apego contra su pecho en señal de lo importante que ahora era para él.

El sonido del reloj los distrajo.

1:00 A.M.

—Deberías volver con tu padre— aconsejo Karl.

Tenía razón, ya era muy tarde, su papá podría preocuparse al ver que no regresaba.

—Nos vemos mañana.

Ambos se despidieron con una sonrisa.

Sapnap se marchó feliz.

Karl lo observó irse mientras abrazaba la libreta.

Memories? [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora