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—Lamento habértelo ocultado, papá.

Bad levanto la mirada de su maleta, sonriéndole con timidez.

—Está bien, cariño. Yo entiendo porque lo hiciste— le calmo, terminando de guardar su ropa.

Sapnap aún seguía guardando su equipaje, mientras una duda se le formaba en la cabeza.

—¿Por que ese almacén está abandonado?

Bad lo miro comprensivo, bajando la maleta de la cama.

—Hay una leyenda.

—Cuéntamela.

El mayor le ayudó a doblar su ropa, mientras comenzaba a relatar aquella historia melancólica.

—Dicen, que hubo dos enamorados, en este mismo internado. Ambos se veían todos los días en aquel almacén, donde se profesaban su amor eterno.

Sapnap sonrió débilmente ante esa descripción.

—Los dos se amaban, de eso no había duda, pero ambos eran pacientes. El amor entre dos personas mentalmente inestables nunca puede acabar bien.

Un suspiro salió de sus labios.

—Pero aún así, ninguno de ellos renunció a su amor, al menos eso pensaron todos.

—¿Que sucedió?

—Uno de ellos se suicidio en el almacén.

Se formó un breve silencio en la habitación, en lo que Sapnap asimilaba las palabras.

—¿Es por eso que nadie va para allá?

—Según cuentan.

Ahora varias cosas tenían más sentido.

Probablemente Karl lo encontró en una de sus escapadas de Nihachu.

Hablando de ella...

—Papá ¿que pasó con la enfermera Nihachu?

—Renunció.

Aquello realmente le sorprendió.

—¿Por lo qué pasó?

—Supongo que todos necesitan un respiro de este lugar.

Ambos se miraron con tristeza, terminando de cerrar la maleta de Sapnap, para después salir de aquellas instalaciones de donde ahora se llevaba tantos recuerdos.

Tantas memorias.

—¡Hola!

Devolvió su mirada al frente, donde los estaba esperando Skeppy fuera del auto. Era un amigo cercano de su padre, así que se sintió feliz de verlo.

Ambos adultos empezaron a meter todas las cosas en la cajuela, para por fin marcharse del lugar.

Sapnap no dejaba de observar aquel jardín donde lo había visto por primera vez, sintiendo su cabello suelto moverse libremente ante el fuerte viento que azotaba el lugar.

Su bandana la había amarrado en la pasta de la libreta para no perderla, misma que estaba en su maleta, la cual el mismo se encargó de guardar con sumo cuidado.

Dio un último vistazo, para después subirse a la parte trasera del automóvil.

Los otros dos solo lo estaban esperando, puesto que no querían interrumpirlo.

—¿Todo bien?

Pregunto su padre con preocupación.

Sapnap solo asintió de manera afirmativa.

Skeppy le hecho una última mirada al pelinegro antes de arrancar el auto lejos de aquel internado.

Mientras se marchaban, jamás quito su vista de aquellas puertas gigantes.

Una cárcel, eso era lo único que lograban ver sus cansados y opacos ojos azules.

Memories? [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora