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Bad tenía dudas de donde es que se metía su hijo la mayoría del tiempo.

Pero prefería no invadir mucho su espacio personal.

—Bien, termine. Volveré en unos minutos, Padre— se despidió Sapnap, saliendo casi a tropezones por la puerta de lo rápido que corría.

Badboy solo lo observó sonriente, su pequeño no tenía remedio.

Sapnap no paraba de correr para llegar rápidamente a donde estaba su novio.

Tenía miedo de que algo malo le hubiera pasado, últimamente no estaba en sus cinco sentidos.

Derrapó contra la puerta del almacén, casi cayéndose en el proceso.

—¿Amor?

Entro con lentitud, para no espantar al castaño, si es que este se encontraba adentro.

Casi muere de ternura al verlo enrollado entre las mantas, completamente dormido, lucia tan indefenso y precioso. Abrazaba con fuerza la libreta, ese libreta de la que nunca se despegaba.

Se sentó a su lado, tomando con cuidado la libreta para no despertarlo. Cuando la tuvo entre sus brazos empezó a hojearla.

Había un par de dibujos, y muchas anotaciones, su nombre estaba regado por todas partes. Algunas paginas le llamaban más la atención que otras.

"Mi mente se desconecto por un momento y quede en un limbo entre el recordar y no recordar, sentí desesperación, juro que lo olvide todo. Entre más me forzaba a recordar, más confundido quedaba, mi horario se volvía muy difuso y desorganizado"

Leer aquello le destrozaba el corazón.

"Estos momentos, en los que olvidó cosas importantes y cotidianas me aterra. Admito que sigo aturdido, porque no he logrado recordarlo, tuve que preguntar"

Sus manos temblaban ligeramente mientras pasaba de hoja.

"¿Al olvidarlo todo seguiré teniendo estos sentimientos que ahora me hacen sentir tan vivo?"

Unas cuantas lágrimas se acumularon en sus ojos. Oh Karl.

"¿Podré mirar los ojos de Sapnap y sentir que mi corazón late a niveles irreales? ¿Sentir que fallezco cada que toma mi mano debido a mi pulso frenético?"

Llevo una de sus manos hacia los cabellos del castaño, acariciando la zona con delicadeza mientras lo miraba en silencio. Enseguida regresó su mirada a la libreta.

"Estoy enamorado, y mi chico es el ser más hermoso que existió alguna vez en este planeta"

Aquello ponía sus nervios de punta.

Un leve movimiento lo hizo desviar la mirada hacia el chico, quien se sentó en el suelo desorientado mientras tallaba sus ojos para despejarse.

Cuando su mirada adormilada cayó en Sapnap hizo una mueca de confusión.

—¿Te conozco?

El pelinegro suspiró, entregándole la libreta con suma paciencia.

Karl la tomó entre sus manos, abriéndola desconfiado. Apenas vio la primera página su semblante cambio, como si hubiera recordado todo de golpe.

—Buenos días, Sapnap.

—Buenos días, amor.

El castaño sonrió débilmente ante el apodo cariñoso.

—¿Te duele algo?

—La cabeza...

Sapnap estiró sus brazos y Karl inmediatamente ser acercó hacia él, sentándose en medio de sus piernas abiertas, para que después el pelinegro lo abrazara por la cintura dejando muchos besos en sus mejillas.

—Mi madre vendrá en dos días.

—¿Algún motivó en específico?

—Quiere ver como estoy— explicó Karl, tomándose la pastilla que Sapnap le había entregado.

Sapnap recargó su frente en el hombro del castaño, un poco cansado.

Últimamente Karl estaba más callado que de costumbre, pero la explicación era fácil. Al intentar hablar todas las palabras lo confundían, terminaba revolviendo la frase que iba a decir u olvidando algunas cuantas.

—Si tienes sueño, puedes seguir durmiendo. Te cuidaré— murmuraba Sapnap afligido, mientras seguía dando caricias en los brazos de su chico.

Karl no respondió, simplemente siguió viendo un punto muerto dentro del almacén, sin moverse, pero el pelinegro sabía que lo estaba escuchando debido a su respiración irregular.

—Últimamente mi padre a estado menos exigente, creo que es porque me ve triste, o algo así. Realmente no se que pensar.

Contaba Sapnap, mirando el techo para no incomodar a Karl.

—Eres lo más importante que tengo. Amo mucho jugar contigo, también amo verte escribir cosas en la libreta, tus expresiones de concentración hacen que mi corazón se acelere.

El pelinegro sabía que Karl olvidaría todo esto, que su mente no podría retener nada de lo que le estaba contando, pero le hacía feliz hacerlo y sabía que también a su novio le hacía feliz escucharlo, aunque solo lo comprendiera por apenas minutos.

—Me encanta verte dibujar, tienes un talento innato, creo que puedes llegar a ser un gran artista. Se que vamos a salir de aquí y tener un vida de esas de película, con una linda casa y diez gatos.

Soltó otro suspiro cuando noto que su chico seguía despierto, sin dejar de observar frente a él. Parecía un muerto en vida.

—Y sobre todo, amo amarte, si pudiera elegir de quien enamorarme, te seguiría escogiendo a ti, no importa lo que vaya a doler. Elijo amarte.

Cerró sus ojos con pesar cuando sintió varias lágrimas caer en su mano. Karl de nuevo estaba llorando en completo silencio.

—Eres todo lo que quiero y lo que voy a querer.

Su voz se quebró un poco, pero le era inevitable.

—No importa que pase Karl, estoy aquí.

Intentaba animarse a si mismo, pero todo estaba tornándose deprimente.

Mientras mas hablaba, más afligido se sentía, pues Karl ya ni siquiera reaccionaba a sus palabras, solo se dedicaba a respirar.

Aún así continuo contándole cosas.

Y así pasaron todo el día.

Hasta que ambos quedaron dormidos en el suelo de aquel almacén.

Memories? [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora