Capitulo 17

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Se adentraron a la propiedad del mandatario, bajo las llantas del automóvil se escuchaba el crujir de la grava del camino, era la segunda vez que veía esa gran casa antigua, pero no podía dejar de admirarla, las ventanas y las puertas tenían grandes marcos de madera y los jardines estaban inmaculados. El rostro de la joven debió haber revelado lo asombrada que estaba, una vez más, porque el mayor la miró con un brillo poco usual en sus ojos.

- Piensas todo el tiempo en voz alta - la joven lo miró confundida, el hombre le sonrió - Si, es muy hermosa, y no, ciertamente no estoy compensando nada. - elevó el mentón y giro hacia ella - ¿lista? - la chica asintió y con esto el hombre se apeó del vehículo. La chica se echó a reír una vez que comprendió lo que el hombre le había dicho y salió del auto, siguiéndolo por el camino de grava.

La casa de Holmes estaba inusualmente cálida, gracias a la señora Richards. Las luces, la chimenea y la estufa se hallaban encendidas, lo que hacía que el ambiente y la temperatura fuera agradable, mucho más para los cuerpos de los recién llegados que venían empapados.

El sonido de la puerta cerrándose, hizo que la señora Richards se asomara por la puerta de la cocina, y a juzgar por la expresión en su rostro, estaba totalmente consternada.

- ¿Señor? - ladeó la cabeza incrédula - ¿Holmes? - dijo extrañada caminando hacia el vestíbulo, donde se encontraban las dos figuras con el cabello pegado a sus frentes por la humedad. El amo había traído a una mujer a su casa. y estaba ¿mojado? ¿Quién era ese hombre y que había hecho con el señor Holmes?

- ¡Cristo! - dijo la mujer mayor al verlos. La joven estaba quitándose los zapatos abiertos para no ensuciar el suelo de madera de la mansión -

- Mina - saludó el hombre - por favor lleva a Mía a la habitación de invitados y ayúdala a secarse.

- Enseguida señor. Venga conmigo señorita - la joven le sonrió a la mujer mayor, pero miró a Mycroft de regreso. El funcionario vio su vacilación y habló. Mina se alejó para darles un poco de privacidad.

- Por favor ve con ella a la habitación, solo será un momento - y con eso, besó suavemente los nudillos de Mía.

El mayor le hizo a Mina un gesto hacia las puertas dobles. La señora Richards que estaba detrás de la puerta de la cocina y miraba discretamente el gesto del hombre con una sonrisa enternecida. Cuando hizo el gesto hacia ella, se acercó sin articular palabra, pero con su corazón hinchado de contento. Rodeó con su brazo a la joven y comenzó a llevarla hacia la habitación de huéspedes. Mycroft miraba mientras se caminaban, luego desapareció escaleras arriba.

Mientras la mujer mayor la llevaba al lugar, los pequeños capullos de su estómago ya florecidos por la sensación de sus cálidos labios en su piel. Tenía mucho tiempo sin sentir esas "mariposas en el estómago". El realmente era un hombre de todo o nada, pensó; y no podía concebir que esto realmente estaba sucediendo. Todo o nada. Se repitió a sí misma. Sus amigas tenían razón. Sacudiendo la cabeza, se obligó a dejar de pensar en aquello, y llegaron frente a las puertas de la habitación

En aquel lugar, que era más grande que su propia habitación para cuatro del hotel donde se hospedaba había una ventana grande donde se veían las gotas de agua caer, las nubes grises. Frente a esa ventana, con un ancho y cómodo alfeizar, se encontraba un sillón individual con tapizado crema con flores, un cojín y una manta color borgoña. Junto a él una mesita auxiliar con una lampara pequeña.

- Le sugiero que se dé una ducha rápida con agua caliente, será lo mejor para evitar cualquier posibilidad de resfriado - una pausa, una mirada, la expresión de la mujer mayor fue amable, la chica sonrió - dentro del baño hay toallas y una bata que puede ponerse mientras me llevo su ropa señorita - dijo la mujer hacia la joven que veía la ventana desde donde se encontraba. No había querido moverse por temor a mojar más de lo que debía.

Hasta que te conocí. (Mycroft Holmes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora