Capitulo 30

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La tarde transcurrió incontrolablemente lenta. Después que el Hombre de gobierno se marchase, la chica se derrumbó en la mesa llorando. No podía creerlo. Víctor, y algunos otros de la orquesta que sabía que hablaban de ella a sus espaldas sobre su extraña relación con ese hombre mayor que ella; habían tenido razón. El solo la utilizó y la desechó cuando ya no tuvo ninguna UTILIDAD para él.

Sollozó mientras respiraba hondo para tratar de estabilizarse. Intentó levantarse al tiempo que se abrazaba la herida que tenía por haber salvado a ese hombre. De algo estaba segura, no se arrepentía de haber recibido esa bala para salvarlo; él estaba vivo y bien y era lo único que importaba.

Se levantó con una mueca de dolor y subió a la habitación donde había estado durmiendo estos últimos días.

De camino a la habitación fue inevitable ver la puerta del dormitorio principal, la habitación de Mycroft. Era increíble, ni siquiera podía dormir en la cama que tantas veces compartieron. Se abofeteaba mentalmente a sí misma al extrañar el aroma de su colonia y sus besos. Su dominio sobre ella y la completa locura en la que la sumía cuando estaban juntos.

Mientras en su laptop se reproducía la canción del gran Armando Manzanero, sentía su corazón resquebrajarse con cada frase que él cantaba. Estaba segura de poder sentir como ese órgano se contraía.

Nos hizo falta tiempo
Nos comimos el tiempo
El beso que forjamos
Aquél vino que probamos
Se fue de nuestras manos

Nos hizo falta tiempo
De caminar la lluvia
De hablar un año entero
De bailar tú y yo un bolero
Mira que hizo falta tiempo

Conexión fugaz. Que estupidez. No sabía a ciencia cierta qué era lo que había sido esto, pero de algo estaba segura, dolía como el infierno.

Nos hizo falta tiempo
Para andar en una playa
Inventar una aventura
Dedicarse a la locura
Dibujarte los antojos
Descifrar qué hay en tus ojos
Mira que hizo falta tiempo

Nos hizo falta tiempo
Para que te convenciera
Que eras tú mi vida entera
Que de blanco te vistieras
Que mi abrazo consintieras
Que en verdad me conocieras
Mira que hizo falta tiempo
Mucho tiempo por vivir

Se sentía inmensamente tonta por el hecho de haber caído en las patrañas del hombre. Una cosa era cierta, la relación más "formal" que había tenido fue con Víctor; a esto no sabía cómo llamarlo, pero estaba segura de que no era tan fugaz como el inglés lo llamó. La cabeza dolía por el tiempo que se había aferrado a una almohada y llorado con fervor.

Inmediatamente después de esa canción le siguió otra que probablemente le dolió más que la primera.

En señal que te vas
Vas dejando tu olvido detrás
Pero quieres hablarme, yo no sé para qué
Si me vas a dejar.

A manos de las notas de la trompeta y el violín, la triste cadencia del corazón de Amelia sollozaba con cada canto de cuerda.

Tú, tú tenías el amor
Y lo fuiste a entregar por ahí
Y la muerte que un día para ti querías
Me la das a mí.

Específicamente en ese momento no pudo evitar sollozar sobre esa almohada para acallar el sonido. Dios Mío ayuda...

Pero habla, habla, habla
Hasta que quedes vacío de palabras
Mas si quieres que hablemos de amor
Vamos a quedarnos callados.

Luego en la intimidad...

Intimidad... se abofeteaba a sí misma por desearlo con tanta intensidad, por no poder guardarle algún tipo de rencor. Desgraciadamente ella lo continuaba queriendo.

Hasta que te conocí. (Mycroft Holmes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora